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El Cóndor ayer

Con sede en Monterrey, México, el nuestro es el Club independiente de excursionismo en activo más antiguo en el Noreste del País. Sean bienvenidos a conocer algo de nuestra larga historia. Por Eduardo Verduzco El Club Explorador Cóndor fue fundado el 10 de Mayo de 1940 a iniciativa de Rogelio Rodríguez. Él empezó a reunir el grupo, e hizo el primer reglamento de excursiones. La fundación tuvo lugar en la casa paterna de la familia Rodríguez, en la calle Yucatán, entre 5 de Febrero y 2 de Abril, en la Colonia Independencia. Se estableció una disciplina de corte paramilitar, y se instituyó el cargo de "Capitán", quien tiene la total autoridad y responsabilidad de la seguridad del grupo durante una excursión. Corrían los tiempos de la Segunda Guerra europea, que pronto se convertiría en mundial, y Rogelio tenía la noción de que en alguna forma el nuevo club tendría ocasión de prestar servicios útiles a la Patria. Las ideas que Rogelio, que conta...

Cerro de la Luz 2005


Exc. 2005/20 - 29-31 de Julio de 2005 - 1a Fuerza

Viernes 29: Iniciamos
Salimos de Xilitla (700 m de altitud) a las 16:10 a bordo de la camioneta pick-up de Raúl, y enfilamos por una carretera que asciende la bellísima Sierra de Xilitla. A las 17:30 llegamos a Buenavista, una ranchería situada a 1520 m de altitud. Aquí inicia la vereda que sube a Llano del Conejo, nuestra meta por el día de hoy. Raúl había arreglado que una persona nos esperara con una bestia de carga a las 14:00, pero como llegamos con 3½ horas de retraso, ya no la encontramos. Nos disponemos a iniciar el ascenso cargando nuestras pesadas mochilas, mientras el cielo amenaza con tormenta. En eso el Sr. Emilio Rivera, hijo de Don Salvador, nuestro anfitrión en Llano del Conejo, consigue un caballo y ofrece ayudarnos con algunas de nuestras mochilas más pesadas, lo cual agradecemos y aceptamos gustosos.

Nuestra ruta sigue por una vereda muy bien marcada al principio, por entre hermosos y tupidos bosques. Esta región tiene un promedio de lluvia de 3000 mm anuales. Mientras ascendemos las nubes continúan acercándose a nosotros, y los truenos están cada vez más próximos. Después de un rato empieza a llover, nos ponemos nuestros ponchos y continuamos ascendiendo. La lluvia hace salir a uno de los animales típicos de esta región: un molusco (babosa) que no tiene caracol. Tiene unos 9 cm de longitud, la parte superior de su cuerpo tiene una especie de capa sobrepuesta y esta superficie superior es áspera. Aquí la llaman “siete cueros” y dicen que su piel es cáustica para quienes la tocan.
Así llegamos hasta un puerto y empezamos a descender hacia el Llano del Conejo, valle rodeado totalmente por montañas. Después de un rato deja de llover pero los enormes árboles continúan escurriendo agua. Luego anochece y las veredas se vuelven confusas, pero unos chamacos han venido por nosotros desde Llano del Conejo y finalmente a las 21:30 llegamos a la casa de Don Salvador Rivera, con la ropa mojada a pesar de los ponchos.

Nuestros anfitriones nos ofrecen un sabroso café y una rica cena, y después encienden una fogata para que sequemos nuestras ropas mojadas, cosa que hacemos parcialmente. También nos ofrecen una habitación para dormir. Finalmente nos dividimos entre esa habitación y la cocina para un merecido descanso.

Sábado 30: El Cerro de la Luz
Felizmente el hoy amanece despejado, y la luz matutina nos revela la belleza del Llano del Conejo, un valle planísimo a 1850 metros de altitud, más grande que La Trinidad, rodeado de montañas, con algunos vestigios de bosque de cedro blanco, cuatro cabañas de madera de pino, sembradíos de maíz, una huerta de duraznos cargados de fruta madura y los magueyes más altos que he visto en mi vida. También hay aquí un manantial que alimenta un arroyo perenne. Desde aquí se contempla, muy cercano en apariencia, el Cerro de la Luz. La temperatura es de 10°C.
Después de almorzar salimos cerca de las 9:00 rumbo al Cerro de la Luz, guiados por nuestro anfitrión Don Salvador Rivera Márquez, de 77 años de edad, por su hijo José Rivera de 17 años, y otro chamaco llamado Juan. Ascendemos por una vereda bien trillada que lleva a un puerto cercano al Cerro de la Luz.

Del puerto la vereda continúa a la derecha hacia La Trinidad, situada a buena distancia de allí. Pero nosotros del puerto continuamos ascendiendo hacia el Cerro de la Luz. A partir de aquí la vereda prácticamente desaparece porque no es usada, y sólo la memoria de Don Salvador nos guía. Jorge ha tenido la precaución de traer un carrete de listón rojo para marcar la vereda, porque si nos llega a cubrir la neblina no tendremos puntos de referencia para orientarnos. En nuestro ascenso encontramos varios arroyitos de agua muy limpia, consecuencia de las recientes lluvias. El bosque es muy hermoso y los paisajes impresionantes. Finalmente llegamos a una cresta y pasamos al lado opuesto, doblamos hacia la derecha y rápidamente subimos hacia la cumbre del Cerro de la Luz, a donde llegamos a las 13:15 horas. Nuestra llegada no podía ser más oportuna: al buscar el pico llamado La Silleta, el más emblemático de Xilitla, alcanzamos a verlo a menor altura que nosotros, casi a punto de ser alcanzado por las nubes que avanzan en dirección nuestra. Apenas lo fotografiamos y las nubes lo esconden y no lo volveremos a ver en esta ocasión.

En la cumbre nos felicitamos mutuamente por nuestro triunfo y nos dedicamos a contemplar y fotografiar el panorama. Desde aquí vemos el valle de La Trinidad, bastante lejano, y otro valle más angosto en el camino desde La Trinidad hacia el puerto que dejamos hace rato. También se ve el Llano del Conejo, y muy cerca de nosotros, el Cerro Grande un poco más alto que el Cerro de la Luz, así como en la lejanía otro valle llamado la Mesa de la Lagunita, ambos ya en el estado de Querétaro. En la cumbre encontramos empotrada en una roca una placa metálica, pero no es la de Humboldt, sino una placa redonda puesta por el CETENAL, antecesor del INEGI, en 1977.

A las 13:45 nuestro Capitán Jorge Rodríguez ordena que emprendamos el descenso, pues las nubes avanzan hacia donde estamos y no deseamos quedar envueltos en ellas. Afortunadamente las nubes no nos alcanzan y alrededor de las 15:00 nos detenemos para comer y celebrar nuestro triunfo con ostiones ahumados, según la tradición instituida por mi Santo Compadre Toño Castillo. Luego continuamos el descenso para llegar de regreso al Llano del Conejo a las 17:15 horas, con un cielo despejado y soleado, muy satisfechos de haber logrado nuestro objetivo.

Aquí Jorge se dispone a prepararnos un cordero en caldo, para continuar celebrando nuestro triunfo, mientras que el resto de nuestro grupo va a explorar el valle y el arroyo. Es una hermosa tarde soleada. Más tarde anochece y nos reunimos en la cabaña que sirve de cocina para paladear el exquisito platillo con que Jorge nos obsequia, con tortillas recién hechas a mano por la esposa de Don Salvador. Finalmente nos retiramos para dormir, cambiando ahora la cocina por otra cabaña desocupada, para no tener que madrugar mañana.

Domingo 31. El Regreso
Hoy también amanece el cielo despejado. Después de almorzar guardamos nuestras pertenencias en las mochilas y las más pesadas son cargadas arriba de un macho que será arreado por José Rivera y por Juan. Nos despedimos de nuestros anfitriones agradeciéndoles su hospitalidad y a las 10:30 emprendemos el regreso. Primeramente recorremos el valle por donde llegamos el viernes en la noche, luego ascendemos al puerto para iniciar un largo descenso hacia Buenavista, que transcurre sin novedad entre los hermosos bosques de la Sierra de Xilitla, admirando las especies vegetales propias de la región. Finalmente a las 13:10 arribamos a Buenavista, donde nos despedimos de nuestros jóvenes arrieros y de la familia de don Emilio Rivera. Aquí abordamos la camioneta de Raúl y nos dirigimos hacia Xilitla, a donde llegamos a las 15:15. Aquí pasamos nuestras mochilas a la camioneta de Karla, y nos despedimos de Jorge y de Raúl, para emprender el regreso a Monterrey, a donde llegamos a las 01:00 de lunes, cansados pero muy felices por la excursión que se nos concedió efectuar.

Epílogo
En el Cóndor llamamos excursiones extraordinarias (o foráneas) a aquellas que efectuamos fuera de nuestro Estado en ocasiones especiales. Y ésta fue una excursión extraordinaria no sólo por el criterio indicado, sino por muchos otros conceptos. Fue extraordinaria por ser una primicia en el excursionismo de Nuevo León, extraordinaria por la imponente belleza de la Sierra de Xilitla y de sus bosques, lo novedoso de los lugares, los paisajes desde la cumbre del Cerro de la Luz, el clima muy favorable (con excepción del viernes en la tarde que nos llovió un rato). Fue extraordinaria por la esmerada organización de Raúl y de Jorge, extraordinaria por el compañerismo y la excelente disposición de ánimo de todos los participantes, y por la estupenda hospitalidad de Don Salvador Rivera y su familia, quienes contribuyeron a hacer de ésta una excursión inolvidable.

Pero además de todo eso, el hecho de que sólo haya una vereda a través de la sierra para llegar al Llano del Conejo y al Cerro de la Luz le dan un cariz de lejanía y de misterio por descubrir que me recuerdan mis exploraciones de adolescente a Potrero Redondo, La Trinidad, el Cañón de la Camotera, el Salto Perdido, la Cascada del Cóndor, La Cebolla, Lagunillas y La California, lugares de los que ni siquiera había oído hablar y el 99.9 % de los montañistas regiomontanos desconocía en esa década de los 60. Vaya mi agradecimiento a todos los participantes y a los colaboradores.

Redactó: Eduardo Verduzco

La verdad esta actividad me deja muchas satisfacciones, en la parte de campismo poder visitar un lugar de ensueño con compañeros del Cóndor, Karla, Oscar, Lalo y Jorge, realmente el marco del lugar fue perfecto, todo verde con una vegetación impresionante sobre todo al amanecer, tuve oportunidad de levantarme temprano los 2 días, pude ver y caminar por el llano inmenso, como para colocar varios campos de Futbol con pasto recién podado, lleno de pinos y cedros, rodeado de la bruma y niebla matutina con un frió de montaña de 10° C en pleno Verano, como diría un comercial de VISA: desconectarte del bullicio y estrés de la ciudad…NO TIENE PRECIO.

La hospitalidad de la gente del lugar fue extraordinaria, el café de olla, el borrego en caldo, las tortillas de nixtamal, los duraznos serranos, toda su atención. Soy muy malo para recordar los nombres y sin embargo en esta ocasión me aprendí los nombres de todos, excelentes personas, nuestro guía Raúl Viggiano, del Llano del Conejo: Don Salvador, Doña Epifanía, Jose, Juan, Gregorio, Danielillo, Don Jerónimo y Don Emilio y hasta de los guardianes que durmieron alrededor de mi tienda el Solín, Peluche, Peluchín, la pequeña Osa y Guardián.

De las actividades que he tenido con el Cóndor, esta ha sido muy especial, me quedo con ganas de volver nuevamente al hermoso Llano del Conejo y Cerro de la Luz en Xilitla.

Redactó: Erwin Yeverino


Yo siempre trato de aprender algo de cada día y mucho más si salgo a otro lugar que no sea lo ordinario. ¿La excursión? Un éxito, una aventura, tres días de aprender, excelentes alimentos, súper buen compañerismo.
La montaña, : )    para mi es muy difícil describir lo que es cada montaña, esta vez fue una SIERRA, la cual a mí no me dejó cosas a desear, paisajes tremendos, suelos muy amigos, vegetación endémica preciosa, cantos de pájaros que nos alegraban bajo la lluvia, FANTASTICO...

La hospitalidad de esas que no sabes como agradecer, aun sabiendo que las personas no esperan nada a cambio, solo tu amistad y que estés lo mas a gusto posible en tu estancia con ellos, no tiene precio, solo es humanidad, bondad y humildad... ES UNA DE LAS PRINCIPALES COSAS QUE HACE VALER A UNA PERSONA.

Muchas gracias a todos, y saludos… a mí también apúntenme para la próxima, el año entrante si Dios quiere....

Redactó: Oscar Martínez Rizo


UNIDOS Y ADELANTE
Asistentes:

Martínez Rizo, Oscar Iván
Rodríguez Martínez, Jorge Alberto – Capitán Supte.
Treviño Sosa, Karla Ivonne
Verduzco Martínez, Eduardo - Retaguardia
Viggiano Guerra, Raúl (i) - Guía
Yeverino González, Erwin

TRAS LAS HUELLAS DE HUMBOLDT
Existe una tradición en la Cd. de Xilitla, S.L.P., según la cual Alexander von Humboldt, el famoso científico, naturalista y explorador, hizo una ascensión al Cerro de la Luz, y que dejó una placa en su cumbre.

Aunque hasta ahora no he podido encontrar alguna referencia bibliográfica que respalde esta tradición (los numerosos escritos de Humboldt no han sido estudiados en su totalidad), es muy posible que ésta sea cierta, ya que Humboldt dedicó un año, de los cinco que le ocupó su famoso viaje a la América española, a viajar por México, a donde llegó en 1803. Se sabe además que previamente Humboldt había escalado el volcán Chimborazo hasta una altitud de 5759 metros, (faltándole sólo 551 metros para la cumbre) siendo detenido por una gran pared vertical, ya que él no tenía equipo ni experiencia en escalada. Esto hecho le valió a Humboldt el record mundial en altura durante algún tiempo, y lo convierte en un colega montañista nuestro.

Explorador de la bellísima Sierra de Xilitla desde hace años, nuestro Compañero Jorge Alberto Rodríguez nos invitó desde el año pasado a conocerla. Uno de sus anhelos era precisamente que el Club Explorador Cóndor fuera el primer club Neoleonés en ascender al Cerro de la Luz, una de las cumbres más altas de esa región (“desde su cumbre se ve La Silleta hacia abajo”, me decía) que por otra parte es escasamente visitado, aún por los Xilitlenses. En la Semana Santa de este año el Cóndor incursionó por primera vez en la Sierra de Xilitla, llegando hasta La Trinidad, un hermoso valle rodeado de montañas a una altitud de 1900 m aprox., pero no hubo oportunidad de llegar al Cerro de la Luz.

Posteriormente, platicando con nuestros buenos amigos Xilitlenses, César y Raúl Viggiano, Raúl nos ofreció guiarnos al Cerro de la Luz por una ruta más corta que la de La Trinidad, y fijamos el último fin de semana de Julio para dicha expedición. Y es así como el Cóndor se convierte en el primer club de Nuevo León, y de muchos otros estados, en explorar esta cumbre de la hermosísima Sierra de Xilitla.

Agradecemos a Jorge Alberto Rodríguez, así como a Raúl y César Viggiano Guerra su valiosísima ayuda y organización para el logro de esta meta.

Por Eduardo Verduzco

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