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El Cóndor ayer

Con sede en Monterrey, México, el nuestro es el Club independiente de excursionismo en activo más antiguo en el Noreste del País. Sean bienvenidos a conocer algo de nuestra larga historia. Por Eduardo Verduzco El Club Explorador Cóndor fue fundado el 10 de Mayo de 1940 a iniciativa de Rogelio Rodríguez. Él empezó a reunir el grupo, e hizo el primer reglamento de excursiones. La fundación tuvo lugar en la casa paterna de la familia Rodríguez, en la calle Yucatán, entre 5 de Febrero y 2 de Abril, en la Colonia Independencia. Se estableció una disciplina de corte paramilitar, y se instituyó el cargo de "Capitán", quien tiene la total autoridad y responsabilidad de la seguridad del grupo durante una excursión. Corrían los tiempos de la Segunda Guerra europea, que pronto se convertiría en mundial, y Rogelio tenía la noción de que en alguna forma el nuevo club tendría ocasión de prestar servicios útiles a la Patria. Las ideas que Rogelio, que conta...

Conquista del Nido del Cóndor


Exc. 1993/01 - 14 de Febrero de 1993

Eran las 6 de la mañana del domingo 14 de febrero de 1993, y el bosque en la Meseta de Palmillas era iluminado por la débil luz de la media luna; sin embargo, el alumbrado público de Monterrey no era visible, indicando la presencia de neblina baja que seguramente empezaría a subir al ser calentada por el sol... esto no era un augurio favorable para nuestra exploración.

Llevábamos meses planeando esta excursión. Desde que por casualidad vimos aquella formación que atraviesa la Sierra Madre, aproximadamente a medio camino entre la Eme y la Meseta de Carrillo, quisimos conquistarla para nuestro Club. Esta perforación es casi invisible cuando el sol ilumina la cara norte de la sierra durante la mañana, y sólo cuando la luz da por el sur se puede distinguir con claridad. Es por este motivo que no habíamos visto antes este lugar, y ningún excursionista nos ha hablado de él.

Durante meses estuvimos esperando que el clima fuera despejado para poder acercarnos a lo que esperábamos sería el “Nido del Cóndor” sin andar dando palos de ciego. Y es que aunque lo hayamos visto desde lejos, no sabemos con precisión en dónde está para dirigirnos a él. Por fin el cielo se despejó a partir del 10 de febrero, y decidimos emprender la exploración el siguiente domingo. Todavía el sábado el clima era excelente, pero ahora amenaza con descomponerse.

Cuando llegaron Tere, Elena, Libertad, y Chuy Nava a Palmillas, ya había niebla y llovizna tipo rocío. Tomamos café con pan y examinamos fotos de la posible ruta mientras esperamos a los demás compañeros que se habían anotado. No llegaron. Iniciamos la excursión a las 10:05 hrs. El objetivo era ubicar exactamente la localización del “Nido del Cóndor”. De ser posible, subir al mismo en este día, o bien en futura ocasión dirigirnos directamente él y conquistarlo. Chuy Nava llevaba en su mochila el grueso cable de perlón para escalar o hacer rappel.Iniciamos el ascenso a paso muy lento para hacer un buen calentamiento y evitar molestias musculares. La hojarasca en el piso y los arbustos estaban ya empapados, y el guía los sacudía con su bordón para evitar mojarnos demasiado la ropa. La neblina era espesa y continuaba el rocío. Durante el ascenso Elena le indicaba a Libertad que cuando llegáramos al “Nido del Cóndor” encontraríamos un restaurante de pizzas donde también servían pepino y deliciosos refrescos. Ante esa expectativa empezamos a imaginar nuestra orden: una de champiñones con salami, otra de peperoni con anchoas y rajas de chile poblano, etc. Chuy preguntó si podría tal vez hacerse una excepción a la ley seca durante las excursiones para acompañar la pizza con una sola cheve: pero ¡lástima Margarito! Confórmate con coca con hielo.

Cuando alcanzamos el primer descanso sobre la costilla, nos encontrábamos próximos a salir de la capa de nubes. Casi era visible el sol y los arbustos tenían muy poco agua. Comimos un lonche y naranjas en ese lugar y continuamos hacia la “Meseta de Don Gus”, a donde llegamos a las 12:40 hrs. En este lugar deberíamos decidir hacia dónde dirigirnos para encontrar el “Nido del Cóndor”, ya que el espeso bosque no permitía ver nuestro objetivo. Yo pensaba que, dando frente a la “Cresta de Lalito”, deberíamos dirigirnos unos 30° a la izquierda. Chuy Nava opinaba que nos dirigiéramos directamente hacia la cresta. Para decidir la cuestión, Chuy buscó un claro entre los árboles, a la orilla de la cañada grande, y efectivamente, con gran gusto pudimos ver el “Nido del Cóndor” exactamente donde Nava había predicho. Yo pensaba que tal vez Libertad, de 6 años de edad, querría quedrse en la Meseta mientras nosotros buscábamos nuestro objetivo, pero tan pronto le mostró Tere el “Nido del Cóndor” , dijo simplemente: ¡Vamos! Yo pensé: sin duda, esta es de los nuestros.

A las 13:00 iniciamos el acercamiento al “Nido del Cóndor”. Nava había planteado dos alternativas: dirigirnos directamente al “Nido del Cóndor” para escalarlo por el lado norte, o bien dirigirnos a la “Cresta de Lalito” y luego remontar ésta hacia el oriente para luego descolgarnos hacia el Nido. Optamos por la primera alternativa ya que la segunda parecía presentar mayor dificultad. Subimos lentamente a monte traviesa por la “Meseta de Don Gus” cubierta de hojarasca resbalosa. Marcábamos la ruta con tiras de plástico para no desviarnos al regreso. Al llegar a los relices la pendiente se tornó más abrupta, lo cual nos permitió elevarnos por encima del bosque y ver la cresta de Las Mitras sobresalir de un mar de nubes. A las 14:40 hrs. llegamos finalmente al pie del “Nido del Cóndor” y observamos el terreno que nos separaba de nuestro objetivo: era una escalada corta que no aparentaba gran dificultad.

Descargamos nuestras mochilas y Nava emprendió la escalada al “Nido del Cóndor”. Aunque el terreno presenta suficientes asideros para escalar, toda esa formación es muy suave y se encuentra en proceso de desmoronarse. El peligro consiste en dejar caer rocas o en que las rocas a la que nos asimos se desprendan y caigan junto con nosotros. Cuando llegó Chuy Nava al interior del “Nido del Cóndor”, nos informó: “el suelo es muy angosto, las rocas están sueltas y al sur colinda con un abismo”. Aquello indicaba que era un serio peligro el subir todos al nido. Decidí subir únicamente hasta llegar a asomarme por el nido hacia el sur, pero sin treparme a él, mientras que Tere, Libertad y Elena nos esperaron fuera de la ruta de las piedras que pudiéramos desprender.

Parte de mi intención era tomar algunas fotografías desde el Nido. Este resultó problemático, ya que tenía que soltarme con ambas manos para sostener la cámara, pero finalmente lo hice y regresé rápidamente al pie. Nava arrojó al abismo por el lado sur una roca suelta y acomodó otra. Regresó con el grupo y nos dispusimos a comer deliciosos sandwiches de queso con jamón y una rica ensalada de atún, con naranjas y manzanas para postre. Terminamos de comer a las 16:00 hrs. Saludamos a nuestro glorioso banderín y emprendimos el retorno a la Meseta. A las 17:00 empezamos a bajar de la Meseta de Don Gus y a las 18:25 llegamos de regreso a Palmillas sin novedad, gracias a Dios. Cabe indicar que Libertad se hizo acreedora a una mención honorífica por su tenacidad y su espíritu de montañista. Felicitaciones a ella y a sus padres, Tere Presa y José G. Sánchez.

¡UNIDOS Y ADELANTE!

ASISTENTES
María Teresa Presa
Libertad América Sánchez Presa
Elena Castillo Juárez
Jesús Nava Briano – Capitán y Guía
Eduardo Verduzco Martínez - Retaguardia
"A las simas, y a las cumbres
el Club Cóndor llegará,
con tu lema en nuestra mente
no daremos paso atrás;
eres único en tu temple
eres grande de verdad,
y tus días de victoria
nunca, nunca acabarán".

(Fragmento del “Himno al Club Cóndor”, por Jesús Montenegro)

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Acababa yo de cumplir los 18 años cuando ingresé al Club Explorador Cóndor como Socio Aspirante. Aunque yo excursionaba antes de entrar al Cóndor, conocía muy pocos lugares para excursionar, y mi ingreso al Club fue como entrar a una biblioteca y encontrar multitud de libros a cual más interesante. Mi segunda excursión con el Cóndor fue durante el mes de noviembre de 1960, a las Grutas de Bustamante. Partimos en tren como a las 6 de la tarde de Monterrey, y llegamos a la estación de Bustamante a eso de las 8 de la noche. Desde allí caminamos hasta el pueblo, donde hicimos un descanso en la plaza y luego continuamos rumbo a las grutas. Mientras ascendíamos la sierra, de pronto el cielo adquirió un color rojo cereza. La raza preguntaba "¿qué es eso?" y alguien sugirió que era "la fundición" (cuando la Fundidora Monterrey estaba en operación, al vaciar la escoria candente durante las noches nubladas, las nubes se teñían de rojo), pero en este caso eso ...