Con sede en Monterrey, México, el nuestro es el Club independiente de excursionismo en activo más antiguo en el Noreste del País. Sean bienvenidos a conocer algo de nuestra larga historia. Por Eduardo Verduzco El Club Explorador Cóndor fue fundado el 10 de Mayo de 1940 a iniciativa de Rogelio Rodríguez. Él empezó a reunir el grupo, e hizo el primer reglamento de excursiones. La fundación tuvo lugar en la casa paterna de la familia Rodríguez, en la calle Yucatán, entre 5 de Febrero y 2 de Abril, en la Colonia Independencia. Se estableció una disciplina de corte paramilitar, y se instituyó el cargo de "Capitán", quien tiene la total autoridad y responsabilidad de la seguridad del grupo durante una excursión. Corrían los tiempos de la Segunda Guerra europea, que pronto se convertiría en mundial, y Rogelio tenía la noción de que en alguna forma el nuevo club tendría ocasión de prestar servicios útiles a la Patria. Las ideas que Rogelio, que conta...
Exc. 038 - 1a Fuerza - 30 y 31 de diciembre de 1943
No. 038
Excursión al Pozo. Parte atrás del Cerro de la Silla. Entrada por los Alamitos
Dic. 30-31 de 1943
El sábado a las 20 horas cumpliendo con nuestro aprobado programa de exc. salimos en el autbús de Renosa los C. Pomposo Alvarez, Andrés Saavedra, Rogelio R., el aspirante C. Gutierrez acompañado de su hermano al mando del Cap. J. José Rodríguez.
Media hora después descendíamos en los Lermas y después de arreglar las lámparas enfilamos rumbo al rancho de los Alamitos a donde llegamos como a las 22 hrs. y siendo el C. Rogelio conocido por su administrador, nos trató con toda la cortesía y buena voluntad de nuestra gente de campo brindándonos una habitación para pasar la noche y otras cosas que nosotros correspondimos invitándolo a tomar nuestro frugal refrigerio de café y pan y después de un rato de charla y juego nos retiramos a dormir.
El dom. nos levantamos temprano impelidos por el frío que en forma molesta se dejaba sentir, siendo el almuerzo preparado por Rogelio y Jesús invitando de nuevo a acompañarnos a nuestro anfitrión que acudió a saludarnos y ofrecernos lo que necesitáramos.
Dejando la limpieza en manos de B Andrés y Pompo para esperar a Leone Pérez que ofreció llegar en la mañana Rogelio y yo fuimos a un rancho cercano a comprar naranjas para el consumo colectivo y al regresar ya se encontraba en el lugar el Sr. Pérez organizándose desde luego la salida hacia la parte alta de los Alamitos cosa que hicimos como a las 8 ½ dándonos cuenta de la inmensa cantidad de pinolillo que invade estos lugares, pues a cada paso éramos asediados por millares de esos minúsculos y molestos animales, logrando a duras penas, con ayuda de ramas quitárnoslos de nuestra ropa, sólo para volverlos a adquirir en el siguiente paso, por lo que en esta ascensión, que en parte hicimos por el arroyo perdimos la noción del tiempo llegando al último ojo de agua a las 11 según nuestros cálculos ya que carecíamos de reloj.
En este lugar se improvisó campamento quedando al cuidado del C. Rogelio, que por no estar completamente curado de una pierna enferma sentía molestias, siguiendo los demás hasta nuestra meta que era el aguaje en la parte baja del Pozo a donde llegamos a las 12 regresándose al camp. el abanderado Saavedra por lo incómodo de su calzado y el hermano de Camilo, seguimos los demás buscando la Cueva del Encino con miras a futuras visitas, siguiendo el arroyo pasando por el aguaje denominado Agua de los Indios llegando después de larga caminata a una especie de cueva hoy derrumbada donde en épocas remotas existió un campamento de Indios, observando lo negro de las paredes en los lugares no invadidas por la arena y otras señales inequívocas de camp. desde hace mucho abandonado. La cueva que buscamos se encuentra en frente y después de observar el lugar contados momentos regresamos rumbo al camp., esta vez cuesta arriba, a donde excesivamente hambrientos llegamos a las 3 ½ en el reloj de nuestro amigo siguiendo después de recoger las cobijas que allí habíamos dejado, nuestra caminata a la carr. ya casi a obscuras, llegando a los Lermas abordamos el autobús que nos condujo a Monterrey terminando de esta manera y dirigiéndose cada quien a su casa previo aviso al Cap.
Esa excursión resultó interesantísima por los lugares visitados detrás del Cerro que invita a volver, con más frecuencia, si no existiera el molesto PINOLILLO.
Esta reseña no está firmada pero se reconoce la caligrafía de Jesús José Montenegro Rodríguez.
Transcripción del borrador original manuscrito hecha por Eduardo Verduzco, el 25 de julio de 2012.
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