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El Cóndor ayer

Con sede en Monterrey, México, el nuestro es el Club independiente de excursionismo en activo más antiguo en el Noreste del País. Sean bienvenidos a conocer algo de nuestra larga historia. Por Eduardo Verduzco El Club Explorador Cóndor fue fundado el 10 de Mayo de 1940 a iniciativa de Rogelio Rodríguez. Él empezó a reunir el grupo, e hizo el primer reglamento de excursiones. La fundación tuvo lugar en la casa paterna de la familia Rodríguez, en la calle Yucatán, entre 5 de Febrero y 2 de Abril, en la Colonia Independencia. Se estableció una disciplina de corte paramilitar, y se instituyó el cargo de "Capitán", quien tiene la total autoridad y responsabilidad de la seguridad del grupo durante una excursión. Corrían los tiempos de la Segunda Guerra europea, que pronto se convertiría en mundial, y Rogelio tenía la noción de que en alguna forma el nuevo club tendría ocasión de prestar servicios útiles a la Patria. Las ideas que Rogelio, que conta...

Escalamiento y ascenso al 'Pico de Orizaba'


Exc. 1ª Fuerza AA — 5 de Octubre de 1950

Por Salvador Morúa Zavala
Siendo yo Capitán del Club de Exploradores “Cóndor” en ese año, y hojeando una revista, leí un reportaje sobre un Club llamado también Cóndor con base en Ciudad Mendoza, Veracruz, y ahí se relataba sobre sus conocimientos en alta montaña y sus múltiples ascensos a la montaña nevada más alta de nuestra República.

Siendo tanto mi interés por que llegáramos a realizar miembros del Club una excursión e intento de ir hasta la cima de esa montaña, que sería nuestro gran anhelo. Entonces, y pensándolo bien, lo puse en conocimiento de la Asamblea en junta ordinaria y la respuesta de los compañeros fue inmediata dándome su apoyo y apuntándose de inmediato varios de ellos para ir hasta ese estado a intentar escalar esa cumbre. La idea mía, según les dije, sería comunicarme con ese club del cual supuestamente ya contaba yo con datos para escribirles diciéndoles que deseábamos que fueran ellos nuestros guías. Así lo hice y luego de semanas que pasaron recibimos respuesta de ellos diciéndonos que con todo gusto estaban dispuestos a guiarnos en la expedición, y que ya que estuviéramos preparados para el viaje, estaríamos en comunicación para encontrarnos. Así pues para eso ya se estaban apuntando varios compañeros que firmemente se entusiasmaron y así se sostuvieron hasta que pasaron varios fines de semana en que ya estuvimos haciendo salidas de preparación con vistas a ir en muy buenas condiciones físicas. Así pues, estuve mientras comunicándome con ellos y diciéndoles que iríamos cinco elementos al viaje y de los cuales les estuve platicando quienes eran y a la vez ellos también así se manifestaban por parte de allá.

Se llegó la fecha de partir a la Ciudad de México, de allí nos trasladamos al pueblo de Esperanza, Puebla, por ferrocarril, siendo que al descender del tren nos encontramos con ellos que ya estaban ahí. Al momento nos saludamos con tal gusto que parecíamos conocernos ya de tiempo, así que de ahí nos trasladamos en un camión de redilas que conseguimos alquilado al poblado de San Antonio Zizintla, al cual llegamos en la tarde, para esto ya estábamos bien equipados con piolet y spikes cada uno de nosotros, y con alimentos especiales para alta montaña. De ahí nos trasladamos a San Andrés Tezmalaquilla, que es otro poblado, sólo quedaba enfilarnos hasta la “Cueva del Muerto” que queda ya en las laderas de la montaña y que fue el lugar donde pernoctamos, es una especie de cueva entre las rocas, reducida, donde apenas cupimos el grupo a como se podía, sentados y con frío regular, ya que de ahí para arriba muy cerca empezaban las nieves.

Ahí estábamos listos para iniciar el ascenso: Gonzalo Alvarez García, Ricardo Orta Villagomez, Ramiro Sandoval Tijerina, Jesús Montenegro Rodríguez y Salvador Morúa Zavala del Cóndor de Monterrey.

Así, antes de las seis de la mañana y todavía oscuro ya íbamos trepando por roca, ya al amanecer alcanzaríamos las nieves, para ahí ponernos los spikes y hacer uso del piolet, y así fuimos avanzando más y más, notando yo que la nieve estaba algo dura, siendo necesario dar la pisada firme y clavar bien el pico del piolet, con lo cual el avance era lento y más parado. Cuando eran como las once de la mañana aproximadamente, yo iba ascendiendo a muy buen paso, y recuerdo bien que en un momento clavé el piolet para detenerme y ver para abajo y llegué a ver muy abajo a dos de los nuestros que no identifiqué y que se sentían mal, o sea que sufrían del mal de montaña, que por cierto no me di cuenta cómo continuaron, ya que yo continué avanzando hacia arriba.

Por fin, siendo como las doce treinta del mediodía aproximadamente, alcanzamos la cumbre y con júbilo plantamos el banderín del “Cóndor” y nos felicitamos por haber logrado nuestro objetivo, y luego de las fotos de rigor y el panorama fascinante que estuvimos admirando, llegó el momento de iniciar el descenso. Esto sería en tobogán, o sea nos amarramos en las sentaderas una placa de cuero grueso que ya llevábamos cada uno de nosotros y con el cual, sentados sobre el cuero y con el piolet para usarlo en forma de freno y no hacer velocidad, así poco a poco pero en forma rápida descendimos hasta donde termina la nieve, para seguir caminando la misma ruta.

. . .


Por Ricardo Orta Villagomez
Si mi mente no me traiciona, he estado recordando que en los albores del mes de octubre de 1950, salimos de Buenavista, D. F., rumbo al estado de Veracruz en un tren pequeño pero muy lento. Después de cuatro o cinco horas llegamos a Esperanza, Puebla. Para sorpresa nuestra, estaban los compañeros del Cóndor de Cd. Mendoza esperándonos en la estación de ferrocarril con unos músicos que nos tocaron el Corrido de Monterrey. Abordamos un pequeño autobús que nos trasladó a San Antonio Cicintla, un poblado en las cercanías del Pico de Orizaba.

Allí permanecimos unas horas pues se presentó una contingencia en el trámite de conseguir un camión de redilas que era propiedad del Alcalde del lugar. Para estas gestiones fue necesario enviar unos compañeros del Club “Cóndor” de Cd. Mendoza a que convencieran al Alcalde del Lugar que facilitara el camión. Después de esperar algún tiempo lograron convencer al dueño del camión, que aceptó alquilar el dichoso camión que nos trasladó a San Andrés Tezmalaquilla, Edo. De Veracruz, un lugar muy alto y frío; el único que nos recibió fue un profesor rural que nos ofreció un galerón para pernoctar y a la mañana siguiente subir a las primeras nieves. Nos dispusimos a pasar la noche que sería muy corta, pues necesitábamos empezar a caminar muy temprano, y así lo hicimos a la siguiente mañana.

Efectivamente, salimos al filo de las cuatro de la mañana. No tendríamos ni una hora de ir caminando por una vereda muy empinada cuando se soltó un aguacero muy fuerte que nos obligó a regresar inmediatamente a San Andrés Tezmalaquilla. Calados hasta los huesos, llegamos al famoso galerón que nos prestó el profesor. Había en el lugar unas cuatro toneladas de leña que casi nos consumimos para secar la ropa. Después de esto emprendimos el ascenso nuevamente para llegar a la Cueva del Muerto casi en la noche. Dormimos, si es que esto era dormir, más bien dormitar, y en la mañana siguiente emprendimos el ascenso.

Llegando a las primeras nieves, lucía el volcán magnífico: la nieve un poco dura, el ascenso lento y escarpado, grandes rocas. Cabe aclarar que era mi primer ascenso. Coronamos la cumbre pasadas las 12:30 del día. Una vista magnífica desde un lugar llamado el Púlpito.: se dibujaba la costa, el Cofre de Perote, magnífica vista del Popo y el Izta muy distantes. Nos dispusimos al descenso, que lo hicimos en unos cueros de chivo que nos facilitó muy rápida la bajada. Llegamos a las primeras nieves, donde dimos rienda suelta al gozo de haber coronado esta cumbre de nuestra Patria. Recuerdo que Gonzalo Alvarez abrió una lata de leche condensada, hizo un hoyo en la nieve y fabricó un poco de nieve para deleite de nuestros paladares, que probamos con mucha alegría y para reposición de nuestros cansados cuerpos. Regresamos a la Cueva del Muerto y de allí a San Andrés Tezmalaquilla, para iniciar el descenso, que esta vez sería a pie y hasta la Estación Esperanza, Puebla. Caminamos luego de llegar a San Antonio Cicintla, para llegar así en la madrugada al ferrocarril que nos llevaría a la Cd. de México, D. F.

Durante el descenso ocurrió que Ramiro Sandoval y el que escribe caminábamos adelante y nos topamos en lo oscuro con unos hombres en un lugar donde estaban dos caminos. Esperamos al resto de los compañeros. Dichos hombres nos indicaban el camino del lado derecho, pero cuando llegaron los compañeros del Club Cóndor de Cd. Mendoza, nos dijeron que eran señas equivocadas, que ese camino conducía a unos desfiladeros donde asaltaban a la gente que se atrevía a andar por esos caminos.

Ya en Monterrey fuimos objeto de algunas invitaciones por parte de Factores Mutuos, Círculo Mercantil Mutualista, en lo personal fui objeto de un reconocimiento de parte del Colegio Comercial Inglés donde yo estudiaba, y donde disfrutaba una beca que me fue cedida en virtud de las calificaciones y algún trabajo que desarrollaba dentro de la institución.

Nos acompañaron a esta maravillosa aventura: Salvador Morúa (Capitán), Jesús Montenegro Rodríguez, Ramiro Sandoval Tijerina y Gonzalo Alvarez.

UNIDOS Y ADELANTE

ASISTENTES
Ricardo Orta Villagomez
Gonzalo Álvarez García
Jesús Montenegro Rodríguez
Ramiro Sandoval Tijerina
Salvador Morúa Zavala
Capitán Gabriel Machorro - Club Cóndor de Cd. Mendoza, Veracruz.

Nuestros tocayos

En el año de 1950, el Club Explorador Cóndor organizó su primera expedición al Pico de Orizaba, que con sus 5,610 de altitud es la máxima altura de México, y la tercera de América del Norte después del Denali (Mckinley) de Alaska con 6,194 m, y el Monte Logan de Canadá, con 5,958 m.

Para tal efecto Salvador Morúa hizo contacto por correo con el homólogo Club Alpino Cóndor de Ciudad Mendoza, Veracruz, solicitándoles que los guiaran en dicha expedición, a lo cual los Compañeros Veracruzanos accedieron gustosos.

La expedición fue un éxito y una experiencia memorable para todos los asistentes a la misma. Chuy Montenegro con frecuencia la recordaba y relataba detalles de esta excursión.

En diciembre de 2003, algunos descendientes de los participantes en esa expedición por parte del Club Cóndor de Ciudad Mendoza, se pusieron en contacto con el Cóndor de Monterrey, gracias a la Página del Cóndor en internet. Ellos están en vías de reactivar el prestigioso Club de sus antepasados y nos solicitaron informes de la expedición conjunta al Pico de Orizaba. En particular, nos solicitaron copia de un artículo aparecido en el periódico Esto, donde se reseñó la expedición aludida.

Después de algunas indagaciones infructuosas, finalmente preguntamos a Ricardo Orta, quien no sólo la recuerda, sino que participó en ella, y nos puso en contacto con Salvador Morúa, quien la organizó.

Hemos pedido a Salvador y a Ricardo, que nos escriban sus recuerdos de esa singular expedición, en parte para enviarlos a nuestros compañeros de Cd. Mendoza, pero también para compartirla con los actuales Cóndores de Monterrey. Tenemos la esperanza de localizar la reseña original, fotos de la excursión, así como el artículo publicado por el Esto (José Sánchez de la Peña ha solicitado ayuda a sus colegas periodistas de la Cd. de Mexico).

Tenemos también un recuerdo muy valioso de esa expedición: durante la misma, los dos Clubes Cóndor hicieron un intercambio de banderines, y así tenemos un banderín del Club Alpino Cóndor, de Ciudad Mendoza, Veracruz, del cual enviaremos en breve fotografías a los compañeros de Ciudad Mendoza. Asimismo les mandamos un cordial saludo, los felicitamos por reactivar ese noble Club y les deseamos mucho éxito en su empeño.

Y, ¿quién lo sabe? Tal vez en un futuro ambos Cóndores puedan volar nuevamente juntos hasta la máxima cumbre de nuestra querida Patria.

Septiembre de 2004.
Redactó: Eduardo Verduzco

Los autores



Salvador Morúa Zavala nace el 25 de Diciembre de 1930 en Matehuela, S. L. P. El 27 de diciembre de 1948 asciende al Popocatépetl con su Club Atlante (en una expedición reseñada por Leonel Pérez (link) en el Boletín “Cóndor” N° 21, de marzo 1949, y en la cual participa también Jaime Garza, del Club Cóndor, vea fotos haciendo click aquí.

En 1949, al desintegrarse el Club Atlante, ingresa al Club Cóndor, teniendo 18 años de edad. Al año siguiente es electo Capitán, y organiza la expedición al Citlaltépetl (Pico de Orizaba) relatada arriba. En febrero de 1954 participa en la tercera Confraternidad Montañista de Occidente, organizada en ese entonces por el Club de Exploradores Chimalhuacan.

La carrera de Salvador dentro del excursionismo fue meteórica: breve pero de gran trascendencia. Militó unos dos años en el Club Atlante, y en el Cóndor permaneció cinco años, al cabo de los cuales dejó de excursionar. Al preguntarle sus motivos para abandonar el excursionismo, contesta: “es que me gustaba mucho el baile” (en esa época todas las excursiones solían efectuarse en sábado y domingo). Sin embargo en ese breve tiempo dejó honda huella por sus logros y su ejemplo

. . .



Ricardo Orta Villagómez nace en Monterrey, N. L., el 10 de agosto de de 1932. Ingresa al Cóndor en 1948, a invitación de José Luis Marmolejo, su compañero de estudios comerciales. Entre sus excursiones que considera más significativas están tres ascensos al Popocatépetl, el ascenso al Pico de Orizaba relatado arriba, y dos ascensos al Iztaccíhuatl, uno de ellos por la ruta de la Joya y otro por el Cuello. También ascendió a Peña Nevada y visitó la Barranca del Río Urique (Barranca del Cobre) en la Sierra de Chihuahua, en compañía de Juan Alvarez y algún otro Socio del Cóndor.

También participó en la excursión en la cual se conquistó el Pico Cóndor del Cerro de la Silla, a principios de 1949, aunque reconoce que en esa ocasión él se quedó en el campamento de la antigua Cabaña Montenegro, y quienes llegaron a la cumbre, después de meses de intentos infructuosos, fueron Jesús Montenegro, Juan Manuel Alvarez Reyes, Jesús Roacho, Antonio Martínez Ojeda y el Juvenil Gilberto Martínez. Tras la conquista, Ricardo estuvo ascendiendo todos los domingos al Cerro de la Silla durante muchos meses, para trasladar al Pico Cóndor la Cruz del Montañista en secciones y armarla en la cumbre.

Ricardo llevó al Cóndor a seis de sus hermanas y hermanos: Clelia, Irma, Víctor y Efraín (los Cuates Orta), Rebeca y Ruth. Sin duda, el Club Cóndor tiene una gran deuda de gratitud con la familia Orta Villagomez.

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Acababa yo de cumplir los 18 años cuando ingresé al Club Explorador Cóndor como Socio Aspirante. Aunque yo excursionaba antes de entrar al Cóndor, conocía muy pocos lugares para excursionar, y mi ingreso al Club fue como entrar a una biblioteca y encontrar multitud de libros a cual más interesante. Mi segunda excursión con el Cóndor fue durante el mes de noviembre de 1960, a las Grutas de Bustamante. Partimos en tren como a las 6 de la tarde de Monterrey, y llegamos a la estación de Bustamante a eso de las 8 de la noche. Desde allí caminamos hasta el pueblo, donde hicimos un descanso en la plaza y luego continuamos rumbo a las grutas. Mientras ascendíamos la sierra, de pronto el cielo adquirió un color rojo cereza. La raza preguntaba "¿qué es eso?" y alguien sugirió que era "la fundición" (cuando la Fundidora Monterrey estaba en operación, al vaciar la escoria candente durante las noches nubladas, las nubes se teñían de rojo), pero en este caso eso ...