Con sede en Monterrey, México, el nuestro es el Club independiente de excursionismo en activo más antiguo en el Noreste del País. Sean bienvenidos a conocer algo de nuestra larga historia. Por Eduardo Verduzco El Club Explorador Cóndor fue fundado el 10 de Mayo de 1940 a iniciativa de Rogelio Rodríguez. Él empezó a reunir el grupo, e hizo el primer reglamento de excursiones. La fundación tuvo lugar en la casa paterna de la familia Rodríguez, en la calle Yucatán, entre 5 de Febrero y 2 de Abril, en la Colonia Independencia. Se estableció una disciplina de corte paramilitar, y se instituyó el cargo de "Capitán", quien tiene la total autoridad y responsabilidad de la seguridad del grupo durante una excursión. Corrían los tiempos de la Segunda Guerra europea, que pronto se convertiría en mundial, y Rogelio tenía la noción de que en alguna forma el nuevo club tendría ocasión de prestar servicios útiles a la Patria. Las ideas que Rogelio, que conta...
Exc. No. 926 - 1a Fuerza - 24 a 31 de Agosto de 1963
El sábado 24 partimos de Monterrey como a las 17:30 hrs. y llegamos al hotel de Cola de Caballo cerca de las 18:30. Pensábamos inicialmente caminar esa noche hasta Corral de Piedra, pero al oscurecer y buscar su lámpara, Jorge se dio cuenta que la había dejado olvidada junto al carro, y se devolvió por ella. Regresó a las 20:00 hrs y como ya era de noche, y faltaban de menos dos horas para llegar al Corral, y no íbamos en forma, optamos por acampar allí, o sea, donde el camino encuentra al arroyo, antes de la Nogalera.
Cenamos y nos acostamos temprano para tratar de levantarnos temprano. Esa noche fue una pasadera continua de hombres y bestias que por todos lados, incluso sobre nosotros, regresaban de la juerga sabatina, y por si eso fuera poco, nos visitaron unos canes del lugar que silenciosamente se auto invitaron a nuestra reserva de manteca, y luego lanzaron espantoso aullido al pisar las brasas bajo las cenizas.
Domingo 25. Me levanté a las 07:00 hrs. para iniciar la preparación del desayuno. Poco a poco la raza se fue levantando, y no fue sino hasta las 9:30 que reiniciamos la marcha. En una hora subimos al Puerto de Lera, y a las 11:00 llegamos a Corral de Piedra. Un poco después, a las 12:00 nos detuvimos a tomar un baño de agua tibia en el arroyo que baja hacia las Ajuntas. A continuación comimos y lavamos la loza, y a las 14:30 llegamos a las Ajuntas, donde encontramos una partida de Boy Scouts a quienes saludamos por conocer a algunos de ellos.
Cargamos agua para el camino y pasamos después de estar allí cerca de 5 minutos muy decididos a enfrentarnos a la cuesta. Poco después de las 17:00, habiendo ya traspasado el puerto desde el cual se baja al manantial del Chipitín, empezó a llover de nubes que al parecer no podrían contener gran cantidad de agua. Por coincidencia pasábamos en ese momento junto a la boca de una mina o cueva, y pregunté a la raza si querían esperar allí hasta que amainara, pero preferimos continuar bajo la lluvia, y más valió, ya que estuvo lloviendo más de dos horas, y no hubiésemos podido llegar a Potrero temprano.
Llegamos al Chipitín, el único manantial que hay en el camino de Las Ajuntas a Potrero Redondo, y continuamos la marcha bajo la lluvia. El aire estaba fresco y a pesar de lo agobiante de la carga continuamos todos de excelente humor, aunque despacio, dado lo empinado de la subida. A eso de las 20:00 hrs. la temperatura estaba cercana de los 20°C y a las 20:30 llegamos cansados y adoloridos a Potrero Redondo, donde después de saludar a la familia de nuestro buen amigo Juan Torres, preparamos la cena en su cocina y pasamos a dormir a la escuela. Como es de suponerse, aquella noche nadie tuvo problemas para conciliar el sueño.
Lunes 26. Despertamos después de las 08:00 hrs. cuando el sol empezó a calentarnos demasiado. Después de la agotadora jornada del día anterior, deseábamos dedicar ése a descansar, por lo que después de desayunar y aprovisionarnos de las vituallas necesarias bajamos a la Cascada del Cóndor. Nos bañamos y lavamos nuestra ropa. Los muchachos se fueron a explorar el sitio donde cae el agua y a tratar de pescar, pero las truchas no estaban para juegos y ellos no vieron ni una.
Después de una opípara comida descansamos y dormimos algunos la siesta, y a las 17:30 emprendimos e1 regreso a Potrero Redondo. Juan ofreció acompañarnos en nuestra exploración al Arroyo de Lagunillas, ya que desde hace mucho tiempo está interesado en buscar tesoros en las cuevas que por allí abundan. Nos retiramos acordando levantarnos el día siguiente a las 0600 para partir temprano.
Martes 27. A la ahora convenida ordené a la raza que se levantara. A las 06:30 fuimos a casa de Juan a desayunar y recoger las tortillas que nos había preparado su esposa Esperanza. Cuando estuvimos listos para partir, a las 08:00, Juan había salido a arreglar algunos asuntos, pero nos dijo su esposa que nos adelantáramos y que él nos alcanzaría en poco tiempo, y así lo hicimos, dado que por e1 peso de las mochilas caminábamos despacio.
Al pasar por casa de José Hernandez, otro conocido, nos vio con las mochilas y puso a nuestra disposición su burro, que de inmediato aceptamos. Nos dirigimos hacia su labor que queda en el puerto del cañón de la Camotera, el cual es cruzado por el arroyo de Lagunillas, que es el que nos interesaba. Al llegar a su labor cargó su burro con todas las mochi1as y emprendimos la marcha por la vereda, a poco andar nos alcanzó Juan, quien dijo que era mejor que en vez de tomar el camino por el fondo del cañón subiéramos un poco por sus laderas para contemplar mejor la región. Venia acompañado de su hijito Armando; dejamos la vereda principal y empezamos a subir por veredas casi perdidas en la maleza, pero que nos permitieron tener una vista única del cañón hasta la Camotera, y una vez llegados a la orilla del cañón de Lagunil1as, ver cómo éste llegaba hasta las Ajuntas, y hacia arriba, picachos gigantescos de pura roca que serian la delicia de nuestros compañeros roqueros.
De ese lugar se regresó José con su burro, y nosotros, después de observar bien e1 cañón, que es hermosísimo pero muy angosto y escarpado, emprendimos e1 descenso al mismo uti1izando veredas de las vacas y por entre la maleza. Dado lo empinado de la pendiente, tardamos un poco en llegar al fondo, sin más novedad que una avispa que hizo presa de mi oreja izquierda, pero cerca de las 14:00 estuvimos en el Arroyo de Lagunillas, ligeramente arriba del cruce y confluencia con el arrollo del cañón de la Camotera.
Nos dimos cuenta de que el Arroyo de Lagunillas hacia arriba era tan accidentado como hacia abajo del cruce, en la región llamada el Agostadero, que en otra ocasión habíamos explorado, por lo que sería muy difícil remontar el cañón en la forma en que habíamos planeado. Seguimos un poco el curso del cañón hasta un claro apropiado para instalar el campamento, a escasos 300 metros de donde la vereda de Potrero a la Camotera cruza el arroyo. Antes de comer nos dimos un baño y luego, terminada la comida, fuimos con Juan a una breve exploración abajo del cruce. Bajando por el escabroso terreno a unos 500 metros del mencionado cruce de los cañones, nos mostró Juan una caída de agua enorme –de 30 metros de altura- que nadie sospecharía se encuentra allí tan cerca, y tan es así, que el mismo Juan la había encontrado por accidente, buscando unas reses, tan sólo tres años antes, y la mayoría de sus vecinos jamás la habían visto hasta la fecha. Como Juan designaba esa caída con el nombre de “El Salto”, para que no hubiera confusión con otros saltos, con la anuencia de Juan Torres, Comisariado Ejidal de Potrero Redondo, la bautizamos con el nombre de “El Salto Perdido”, dado lo recóndito del lugar en que se halla enclavado.
El cañón de la Camotera baja tanto de la Camotera como de Potrero Redondo, teniendo su punto mas bajo en este lugar, donde se encuentra con e1 Cañón de Lagunil1as, de modo que en ese punto concurren tres arroyos de rumbos diferentes. El que viene en de la Camotera es considerado por Juan como el que da nacimiento al Río Ramos. Efectivamente sus aguas bajan a Las Ajuntas, y luego al Río Ramos, aunque a decir verdad, el Arroyo de Lagunillas viene de más lejos aún.
A pesar de haber recorrido el Cañón de la Camotera muchas veces, Juan no conocía el nacimiento del arroyo que por él baja, y por ser dicho nacimiento también el del Río Ramos (según Juan), decidimos remontarlo hasta encontrar su nacimiento al día siguiente. El resto de esa tarde fuimos a conocer un charco muy hermoso de ese mismo arroyo de la Camotera. Tiene una extensión aproximada de 10 X 20 mts, y profundidad hasta de 5 mts. de agua cristalina y muy fría. Era ideal para tirarse clavados y nadar si no fuera por lo demasiado fría del agua, que dificultaba la natación.
Miércoles 28. Después de desayunar fuimos con Juan a exp1orar el Arroyo de la Camotera. Mediante escalada libre fuimos remontando aquel arroyo tan lleno de maravillas insospechadas y grandes charcos, cuevas, enormes rocas caídas al arroyo y con mil recovecos, árboles y abundante vegetación etc. Poco a poco fuimos contemplando tan hermosa región hasta que el arroyo se secaba; en vez de regresarnos por donde subimos, buscamos la vereda que baja de la Camotera, y en pocos minutos regresamos al campamento, de donde habíamos salido hacía varias horas. Después del baño y la comida, descansamos y jugamos baraja. Hacia las 17:00 empezó a llover y nos refugiamos en una cueva. Como el piso quedó bastante húmedo después de la 11uvia, dormimos en otra cueva bajo una roca.
Jueves 29. Por la mañana Juan se regresó a Potrero a atender asuntos pendientes. Cerca de mediodía llegó José con tortillas que ya nos hacían falta. Jugamos a la baraja y descansamos esa tarde y José se regresó, pero antes trasladamos el campamento a un lugar más adecuado según él, a 1a vera del camino, quedando de venir por nosotros el siguiente día. Por la mañana yo había remontado hasta donde me fue posible el arroyo de Lagunillas, encontrando que se necesita equipo de escalada para hacer una buena exploración del mismo.
Viernes 30. Cerca de mediodía llegó José. Comimos y emprendimos el regreso como a las 14:00 hrs. Aunque el camino de regreso era bellísimo por lo exuberante de la vegetación que en él abunda, íbamos tristes porque sabíamos que emprendíamos el regreso a la ciudad. Hubiéramos querido que aquellos días y momentos tan gratos fuesen eternos. Con paso lento y renuente subimos el cañón de la Camotera y a las 16:00 estábamos en Potrero. Allí nos encontramos con gran cantidad de Boy Scouts que se habían congregado en la escuela, algunos de ellos amigos nuestros, por lo que no pudimos acampar allí, sino en la cocina de Juan, lo que de ninguna manera nos resultó molesto. Al día siguiente Juan debía bajar al Cercado con un cargamento de manzana, de las que nos ofreció todas las que quisiéramos, así como llevarnos las mochilas, cosa que nos venía de perlas dado lo pesado de éstas y lo largo del camino.
Sábado 31. A las 08:00 emprendimos el camino. Rápidamente bajamos y subimos, y a las 13:00 llegamos a Cola de Caballo, donde nos despedimos de Juan y subimos al carro para regresar a ésta poco después.
Eduardo Verduzco
UNIDOS Y ADELANTE
Asistentes
Aldape Zepeda, Javier - Retaguardia
Loreto Novoa, Agustín – Guía hasta la Cascada del Cóndor
Serrato Novoa, Ma. Guadalupe
Verduzco Martínez, Eduardo - Capitán
Verduzco Martínez, Jorge - Abanderado
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