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El Cóndor ayer

Con sede en Monterrey, México, el nuestro es el Club independiente de excursionismo en activo más antiguo en el Noreste del País. Sean bienvenidos a conocer algo de nuestra larga historia. Por Eduardo Verduzco El Club Explorador Cóndor fue fundado el 10 de Mayo de 1940 a iniciativa de Rogelio Rodríguez. Él empezó a reunir el grupo, e hizo el primer reglamento de excursiones. La fundación tuvo lugar en la casa paterna de la familia Rodríguez, en la calle Yucatán, entre 5 de Febrero y 2 de Abril, en la Colonia Independencia. Se estableció una disciplina de corte paramilitar, y se instituyó el cargo de "Capitán", quien tiene la total autoridad y responsabilidad de la seguridad del grupo durante una excursión. Corrían los tiempos de la Segunda Guerra europea, que pronto se convertiría en mundial, y Rogelio tenía la noción de que en alguna forma el nuevo club tendría ocasión de prestar servicios útiles a la Patria. Las ideas que Rogelio, que conta...

La agonía y el éxtasis



 Ya hemos comentado aquí que el Club Cóndor dedica el mes de octubre de 2008 a conmemorar el 60 aniversario de la primera expedición de alta montaña organizada por un club montañista de Nuevo León. También hemos dicho que queremos con ello honrar a las personas que participaron en esta aventura cuyos alcances resultaban imprevisibles en aquel lejano octubre de 1948.

Durante esta conmemoración nos hemos puesto la meta de publicar cada semana la reseña de una de las excursiones de alta montaña que el Cóndor ha efectuado a través de su historia. Resulta interesante leer algunos pormenores de estas expediciones, pero a veces corremos el riesgo de leerlas con una idea preconcebida de "vine, vi, y vencí", cosa por demás lejana de la realidad. No somos superhombres ni personas más preparadas que otras para este tipo de actividades.

Somos seres humanos normales con muchas limitaciones de todo tipo, que en ocasiones logramos nuestros objetivos a base de muchos esfuerzos y sacrificios, y en otras tenemos que desistir de alcanzarlos porque la prudencia así lo aconseja y nuestra prioridad es la seguridad de todos los integrantes de nuestro grupo.
Para tener una idea equilibrada de lo que implica participar en este tipo de expediciones, hay que poner atención en algunas frases que aparecen en las reseñas, por ejemplo las siguientes:

"A estas alturas ya íbamos casi todos muy malos, afectados por el "mal de montaña" (se revuelve el estómago, da mucho sueño, y el cuerpo se rebela a dar un paso más), me levantaba de la nieve donde había caído casi exhausto y seguía subiendo. Por fin a las 11 de la mañana después de 1000 y una penalidades llegué a la cumbre donde di gracias a Dios y pedí por todos".
Raúl Rubio, Popocatépetl
octubre de 1948. 
"Salimos de La Joya a las 6 horas todavía oscuro, iniciamos una dura caminata que se prolongó durante todo el día continuamente y así ascendiendo llegamos a Puerto Barajas con fuerte ventisca. De allí hasta los dos picachos del Nevado. Después de los imprescindibles bautizos de nieve, iniciamos el descenso para efectuar la ceremonia en memoria del C. Barajas (q.e.p.d.) del Chimalhuacán.
"Seguimos la caminata por una larga cordillera que nos llevó 5 horas hasta el lugar donde pernoctamos y a donde llegamos ya pidiendo esquina: eran las 8 de la noche. Ya en la madrugada nos preparamos al ataque al Volcán de Fuego, después de haber pasado un frío de todos los diablos durmiendo a la intemperie".

Salvador Morúa, Nevado de Colima y Volcán de Fuego
febrero de 1954.

"A grandes voces llamaba a Everardo Garza que era el que me seguía y estoy seguro de que no me oía, pues volteaba y me veía en medio de los silbidos del viento, Oscar venía más atrás, llegué al 'Púlpito' y con la seguridad de que si esperaba allí me congelaría, imposible dar idea del frío tan intenso que se sentía, rápidamente di vuelta al 'Púlpito', bueno, rápidamente según yo, pero me costó grandes esfuerzos batallando con los penitentes que a millares se veían por la pendiente sur, que hacían que el pánico se apoderara de uno, llegué a la cumbre donde el viento era más fuerte temiendo me arrojara al cráter y sin tiempo de nada, con el solo ánimo de librarme de aquel suplicio, bajé de nuevo al 'Púlpito' al tiempo que llegaban Everardo y Oscar, que se preparaban a seguir, pero viendo las deplorables condiciones físicas nuestras y que rápidamente se congelaba la nieve amenazando con cortar la retirada, les ordené que nos regresáramos, y al decirles esto me di cuenta de que tenía congelado el labio inferior y ellos apenas me entendían".
Jesús Montenegro, Pico de Orizaba
diciembre de 1959.
"Dije 'llegamos al Albergue', pero hay que ver cómo llegamos –casi a gatas–, todos rendidos, agotados, y pidiendo esquina, Rafael vomitando, Toño que apenas podía, y todos sin excepción cansados a más no poder, en medio de un viento que nos atería las manos. Pero una vez que llegamos al alberque, que está en una arista, nos sentimos mejor; Rafael y Toño de inmediato se acostaron, y Rogelio y Saúl seguían trajinando con sus comidas. Verduzco probó algo y nos dispusimos a pasar la noche, que no presagiaba nada bueno, con un aire huracanado que más tarde se convirtió en un verdadero vendaval que incesantemente ululaba, cada vez con mayor violencia, llegando a tal grado que nadie se sentía seguro, y solamente esperábamos que el albergue volara, por lo que nos acordamos de todos los Santos de nuestra devoción sin poder dormir, y yo solamente pensaba en escapar de aquello que parecía sería nuestra última noche".
Jesús Montenegro, Iztaccíhuatl
diciembre de 1961.
"Vano empeño sería tratar de relatar las penalidades que sufrimos, pero para las 2 de la tarde, hora que Saúl Ramírez fijaba para la llegada, ya estábamos cerca del 'Arrepentimiento' y llegábamos a la parte más difícil por lo empinado y suelto de las rocas que eran un constante peligro".
Jesús Montenegro, Pico de Orizaba
diciembre de 1962.
Considerando lo arriba expuesto podríamos preguntarnos por qué continuar practicando este tipo de expediciones.

Una de las razones es que si bien por una parte el triunfo en una expedición de esta naturaleza implica sacrificios muy grandes, por otra ese triunfo produce una satisfacción y una emoción imposibles de describir. Las mismas reseñas nos dan algunos indicios de ello:

"Si vieras qué satisfacción y alegría sentí al ver colmados mis deseos y esfuerzos, todos nos abrazaban y felicitaban pues no esperaban que llegáramos".
Raúl Rubio, Popocatépetl
octubre de 1948.
"Y así, paso a paso, hora tras hora, fuimos subiendo, ya un poco cansados, pero con la moral entera, y como a las 12:30 llegamos a la cumbre, al labio inferior, que consideramos como nuestra meta. Nos abrazamos con esa emoción que incontenible se siente y como hermanos, más que nunca desahogamos aquella intensa emoción que siente el montañista cada vez que pisa esas cumbres".
Jesús Montenegro, Popocatépetl
diciembre de 1961.
En fin, estos son sólo algunos comentarios para que los lectores que no han tenido este tipo de experiencias puedan darse una idea más fiel de lo que implica participar en un ascenso de alta montaña. Esperamos que les resulten interesantes.

Eduardo Verduzco
Octubre de 2008

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