Con sede en Monterrey, México, el nuestro es el Club independiente de excursionismo en activo más antiguo en el Noreste del País. Sean bienvenidos a conocer algo de nuestra larga historia. Por Eduardo Verduzco El Club Explorador Cóndor fue fundado el 10 de Mayo de 1940 a iniciativa de Rogelio Rodríguez. Él empezó a reunir el grupo, e hizo el primer reglamento de excursiones. La fundación tuvo lugar en la casa paterna de la familia Rodríguez, en la calle Yucatán, entre 5 de Febrero y 2 de Abril, en la Colonia Independencia. Se estableció una disciplina de corte paramilitar, y se instituyó el cargo de "Capitán", quien tiene la total autoridad y responsabilidad de la seguridad del grupo durante una excursión. Corrían los tiempos de la Segunda Guerra europea, que pronto se convertiría en mundial, y Rogelio tenía la noción de que en alguna forma el nuevo club tendría ocasión de prestar servicios útiles a la Patria. Las ideas que Rogelio, que conta...
Exc. 1997/4 - 1a Fuerza - 22 y 23 de febrero de 1997
La Viga es una de estas excursiones “nuevas”, es decir, que no era conocida en la época en que yo entré al Club. Esta excursión la efectuamos por vez primera en marzo de 1973, en ocasión de una confraternidad de la AENL en la cumbre, tal vez la primera, y había nieve en la cumbre, en la ladera norte. Curiosamente, la ruta de acceso no era la que se acostumbra ahora, sino que se subía por su ladera sur, es decir, del lado opuesto al que se acostumbra usar ahora. Un camino vehicular parte del “Puerto de las Maravillas”, que se encuentra un poco más adelante de Jamé, en el camino Jamé - Potrero de Ábrego – Nuncio - Casillas - Los Rayones - Montemorelos. y poco a poco sube la sierra de la Viga, al tiempo que la atraviesa de poniente a oriente, y llega hasta un antiguo aserradero, que nosotros bautizamos como “Valle Feliz”, al no conocer su nombre, y que queda en su extremo oriente, donde la cresta empieza a descender. De ahí se sube a la cresta, que queda ya muy próxima, por veredas, y se remonta la cresta hasta donde uno quiera. Nuevamente la hicimos en 1976, entre las que recuerdo.
Después nos enteramos que ya no se permitía a excursionistas usar el camino a Valle Feliz, por lo que se empezó a subir por la ladera norte, y la ruta que se usa hasta ahora.
En la década de los 80s, subí cerca de cuatro veces a la Viga por dicha ruta, en compañía de Gustavo Gutiérrez González, de su hijo Gustavo, de mis hijos Lalo y Gustavo, de mi hermano Jorge, de Stephan Teleki y Jesús Ruiz Velazco (compañeros junto con GGG de ascención al Popo en noviembre de 1981) y de algunos otros compañeros. Gustavo Gutierrez solía invitarnos desde el viernes en la tarde a Palo de Agua, terreno campestre del que es co-propietario, a una cabaña muy abrigada, amplia y cómoda; ahí cenábamos, platicábamos de excursiones, cantábamos acompañados con guitarra, y brindábamos por el éxito de la excursión a la Viga del día siguiente. El sábado ascendíamos la Viga y regresábamos muy cansados a la cabaña, donde cenábamos, platicábamos de excursiones, cantábamos acompañados con guitarra, brindábamos por el éxito que habíamos tenido en la excursión de ese día, y descansábamos, para regresar a Monterrey en la mañana del domingo.
En esta ocasión hemos cambiado la ascensión a La Viga del sábado al domingo, para asistir a la Confraternidad de la AEMNL. Cerca del mediodía del sábado 22 salimos de Monterrey Gustavo Gutiérrez, Oscar Villarreal y yo, para llegar a Palo de Agua cerca de las 14:00. Oscar, por motivos de salud, no nos acompañará en esta ocasión a La Viga. Gustavo, perfecto anfitrión, al llegar a Palo de Agua de inmediato carga en su camioneta el tanque de gas para ir a llenarlo a Arteaga. Al regresar, ordena que se encienda el calentador de agua por si alguien desea bañarse (aún siendo sábado, si alguno lo deseó, se aguantó las ganas, pero pudimos lavar la loza con agua caliente), que se barra la cabaña, que se coloque una puerta que faltó instalar en los trabajos de rehabilitación de la cabaña, y luego se pone a modernizar la instalación eléctrica de la cabaña, para que podamos disfrutar de alumbrado sin problemas. Terminado todo esto nos disponemos a comer un delicioso asado de puerco que nos preparó mi esposa María Olga. Con el exquisito aroma del guiso, empiezan a llegar los demás compañeros: primero es Chuy Nava con D. Jesús, Beto Castillo y Luis Carlos Espinosa. Después Rafael Alonso con su primo Rafael León y Luis Díaz Rivera, un invitado. Más tarde llegan Julio Hernández, su hermana Consuelo y José Garza Mercado. Finalmente, próximos a cenar, cuando ya se sienten los aromas de la carne asada, llega mi hijo Gustavo Adolfo, quien ha estado preparándose para un examen el lunes próximo. En total somos 14 excursionistas, y la cabaña llena de excursionistas y movimiento tiene un cierto ambiente parecido al del albergue antiguo de Tlamacaz: mochilas, bolsas de dormir, provisión, risas, y por la noche, guitarra y canciones. Nos acostamos como a las 22:00 porque al día siguiente queremos levantarnos a las 5:00 para empezar a ascender a las 6:00, y cumpliremos el primer objetivo, pero no el segundo.
Son las 6:45 del domingo cuando empezamos a caminar en la Capilla del Sagrado Corazón de Jesús. Todavía es de noche, pero al oriente empieza apenas a clarear el horizonte. Aunque al salir de la cabaña no se sentía mucho frío, aquí el aire corre más libremente y sí nos pega el frío. Afortunadamente vamos bien abrigados. Caminamos lentamente para lograr un adecuado calentamiento muscular. Pronto amanece. Hay nubes bajas. En poco tiempo nuestro cuerpo entra en calor y empiezan a ser incómodas las chaquetas, aunque las orejas aun se sienten frías, y empezamos con ese juego de enfriarnos un poco quitándonos la gorra o sombrero y abriéndonos el suéter para evitar que se nos empape la ropa de sudor y luego cubriéndonos de nuevo al sentir que nos enfriamos demasiado, y así sucesivamente.
Y así, aunque a paso lento, ascendemos rápidamente por la ladera de La Viga, y pronto estamos a la altura de las nubes, luego a la altura de la sierra que tenemos hacia el norte, a nuestras espaldas. Como la Confraternidad Montañista de la AEMNL está citada para las 11:00 y queremos que el Cóndor haga acto de presencia en ella, pero no queriendo apresurar en exceso a todo el grupo, Chuy Nava se hace cargo del Banderín y se adelanta en compañía de su papá, de Beto Castillo, Julio Hernández y Rafael Alonso. Como todos ellos tienen excelente condición física, habrán de llegar a la cumbre alrededor de las 10:40 hrs.
Los demás continuamos a paso más lento, pero vamos dejando abajo otra sierra y luego otra más hacia el norte. Como yo tengo aproximadamente 9 años de no venir, encuentro como novedad que ahora sí hay una vereda que sube a la cumbre, y a lo largo de ella los troncos de los pinos están marcados con una franja de pintura roja, un tanto borrada por la intemperie y el paso del tiempo; además, Don Jesús nos va señalando la ruta con tiras de estambre o tela roja, que nos dan una gran tranquilidad al saber que precisamente por aquí pasaron nuestros compañeros.
Cuando vamos aproximadamente en el 85% del ascenso, empezamos a encontrar manchones de nieve dura. Al avanzar los manchones se van haciendo cada vez mas extensos, y avanzamos evitando en lo posible pisarlos, pues están muy resbalosos y no traemos crampones. Sin embargo, cuando ya está a la vista entre el bosque de pinos el cielo de la cumbre y sabemos que ya estamos próximos a ella, los manchones dejan de serlo porque ahora la nieve cubre toda la ladera y no hay más remedio que caminar sobre nieve. Afortunadamente aquí no tiene la nieve consistencia tan dura como la que encontramos más abajo, y pisando fuerte logramos hacer una huella en la nieve lo suficientemente profunda para detenernos y evitar resbalarnos.
¡Qué cambio de circunstancias! Si mañana platico a mis compañeros de trabajo que hoy, después de una semana de excelente clima, he ascendido una sierra distante sólo unos 50 Km de Monterrey, caminando sobre nieve, ¿podrán creerlo? Difícilmente , pero no puedo reprochárselos, después de todo, es éste un mundo radicalmente diferente de Monterrey, que muy pocos conocen: es la Sierra Madre, con sus bosques de diversas especies de pinos, 3700 metros de altura (¡estamos 3 kilómetros más alto que Monterrey!), naturaleza, belleza, vida, paz. Es otro mundo. Tan cercano y a la vez tan distante. Es el mundo de nosotros, los montañistas. Y es nuestro porque al 99.99% de la gente no le interesa. ¡Sin duda somos privilegiados!
Aquí no hay mar, ahora. Pero lo hubo. Y esta hermosa sierra que pisamos emergió vigorosa de las profundidades del mar, como lo demuestra la infinidad de fósiles marinos que encontramos en ésta y en todas las demás sierras y cerros de la región. Y emergió porque así lo dispuso nuestro Padre celestial, entre otras razones, para que tuviéramos nosotros un lugar dónde practicar nuestro deporte, ejercitar nuestros músculos atrofiados por la vida sedentaria, limpiar nuestras arterias, llenar de aire puro nuestros pulmones y sangre, expulsar toxinas de nuestro cuerpo, fomentar nuestra salud, fortalecer nuestra voluntad, desechar nuestras preocupaciones, llenarnos de optimismo, meditar, y alabarlo y bendecirlo por todos sus innumerables dones y beneficios. ¡Gracias, Padre! ¡Bendito seas por siempre, Señor!
Los últimos de nuestro grupo llegamos a la cumbre a las 12:20. Damos gracias a Dios ante la cruz tubular que hay en la cumbre, abrazos de felicitación, asomarnos para ver qué hay “al otro lado” (a nuestros pies se extiende el cañón de Potrero de Abrego, con sus huertos de manzanos y pinares en sus laderas, y al sureste, la sierra de La Marta, de 3700 m de altura, que a pesar de la distancia y de la bruma nos muestra orgullosa que también tiene nieve). Luego sigue nuestra actividad favorita: la comida, con deliciosos sandwiches y tacos preparados con amor por nuestras esposas y madres, y fruta dulce y jugosa, por todo lo cual agradecemos y bendecimos a Dios nuestro Padre.
Terminada la comida, nuestro Capitán Chuy Nava, en representación de nuestro Presidente, toma la Protesta a Rafael Alonso, quien con esta excursión cumple tres con el Cóndor, y solicita su admisión como Socio. Tomando en cuenta sus sobresalientes cualidades morales y deportivas, es aceptado con gusto por todos. La Protesta, que siempre es emotiva, en esta cumbre adquiere una solemnidad especial. A continuación Chuy le impone la Pañoleta del Club, que con sus colores representa los esfuerzos, conquistas y tradición de más de dos mil Socios (si no recuerdo mal los cálculos de Chuy Montenegro) a través de 56 años, y que ahora hereda y continuará nuestro nuevo consocio. ¡Felicidades y enhorabuena, Rafael!
Después de esto, nuestro Capitán procede a bautizar a los compañeros que por primera vez llegan a una cumbre nevada: Consuelo Hernández, Julio Cesar Hernández, Rafael Alonso, y Rafael León. Con esta tradicional ceremonia montañista, el Club se regocija y festeja junto con el bautizado, el triunfo que implica haber alcanzado una cumbre de altura suficiente para tener nieve. Por ultimo, saludamos a nuestro glorioso Banderín y emprendemos el descenso a las 13:20.
Al descender, algunos “agarran vuelo”, mientras que otros tomamos más precauciones. A mitad del descenso Chuy Nava me alcanza, y me indica que Consuelo y José se han rezagado. Nos sentamos a esperarlos para ver si necesitan ayuda. Al cabo de cerca de una hora llega Julio, quien nos comunica que José viene bajando lentamente, apoyándose en dos bordones, porque tiene molestias en las rodillas, y previendo que se les hará de noche durante el descenso, baja para buscar una lámpara. Yo le proporciono una lámpara y le preguntamos si requieren alguna otra ayuda, pero él contesta que no requieren más, que todo es cuestión de tiempo, y que podemos regresar tranquilos a Monterrey. Chuy Nava ofrece quedarse allí a esperar a Consuelo, ya que no es conveniente que tres personas bajen con una sola lampara.
Yo desciendo a la Capilla a las 17:30, donde los demás compañeros ya están inquietos por nuestra tardanza. Yo los pongo al tanto de todo, y Don Jesús Nava de inmediato decide subir para llevarles otras dos lámparas y prestarles cualquier ayuda que puedan necesitar. Así que nosotros emprendemos el regreso a Palo de Agua, donde recogemos a Oscar Villarreal, y proseguimos a Monterrey. Los demás compañeros habrán de bajar a las 19:30, dando así por terminada esta excepcional excursión.
UNIDOS Y ADELANTE
Asistentes
Alberto Castillo Juarez
Consuelo Hernández García,
Gustavo Gutiérrez González
Gustavo Verduzco Treviño
Jesús Nava Briano. Capitán
Jesús Nava Navarro
José Garza Mercado
Julio Cesar Hernández García
Luis Diaz Rivera
Luis Carlos Espinosa
Oscar Villarreal Ríos
Rafael Alonso Amezcua
Rafael León Solorzano
Eduardo Verduzco Martínez
_______________
El Club Explorador Cóndor felicita muy cordialmente a Julio Hernández García y a su esposa Lulú Pérez de Hernández, por el nacimiento, el 4 de febrero de 1997, de su hijo
AARON DANTE
quien un día orgullosamente tomará la estafeta, y heredará el “ocho”, las cumbres, y la Gloria.
“Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado” Isaías 9: 5
“Todo el que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al padre de familia, que va sacando de su cofre cosas nuevas y cosas antiguas”. Mateo 13: 52
Al llegar al Club Cóndor sin conocer a nadie, encontré muchos nuevos amigos dispuestos a brindar su amistad y compartir sus conocimientos y experiencias conmigo, así como su gran patrimonio y tesoro: el cúmulo de lugares a dónde excursionar que aquí se conocían. Como mis compañeros (Javier Aldape y Arturo Salazar) y yo teníamos un repertorio de sólo tres excursiones, esto amplió enormemente el horizonte para mis inquietudes de excursionar. Todos los nuevos compañeros me platicaban anécdotas de sus excursiones; particularmente Chuy Montenegro era un extraordinario relator de aventuras ocurridas durante las excursiones. Yo no me cansaba de escuchar con deleite sus relatos de exploraciones y conquistas de diversos picos (El Diente, El Pico Sur, El Pico 15 etc.), de campamentos de Semana Santa, de ascensiones a los Volcanes, etc., tan vívidos y emocionantes que yo sentía como si los estuviera viviendo tan sólo de oírlos. Y Chuy, leyendo mis pensamientos (una de sus muchas aptitudes), solía terminar sus relatos diciendo: “¡Caramba, Lalo, cómo no entraste antes al Club!”.
Y la lista de amigos crecía, ya que continuaban ingresando nuevos compañeros al Club, con sus mochilas cargadas de variadas dosis de experiencias, conocimientos, entusiasmo, iniciativa, disposición de servicio, curiosidad, dotes de liderazgo, dinamismo, aptitud para ser Guía, espíritu de aventura y sentido del humor, que constituían su aportación al Club, su nueva familia. Y el repertorio de lugares para excursionar crecía con ellos y propiciado por ellos. En particular recuerdo el ingreso al Club de Oscar Villarreal Ríos, en 1961, cuando el Club acababa de cambiar su sede a Arista Norte, a la casa de Doña Trinidad Rodríguez de Espinoza, mamá política de Reynaldo Martínez. Oscar llegó al Club solo, igual que yo. Platicando de sus experiencias comentó que después de varios intentos había logrado llegar a la Cascada de Potrero Redondo.
Por increíble que pueda parecer hoy en día, en aquella época Potrero Redondo era desconocido para los excursionistas, y ni siquiera se hablaba de ese lugar. Contribuían a esta situación, que el camino de acceso era mucho más rudimentario de lo que es ahora (!), y no había en la sierra el tránsito de vehículos de hoy. Oscar Villarreal tenía entre sus clientes a Juan Torres, de Potrero Redondo, quien en alguna ocasión le habló a Oscar de “La Cascada”. Oscar de inmediato se interesó y le preguntó cómo llegar ahí, pero Juan contestaba con evasivas, y después de mucha insistencia por parte de Oscar, Juan ¡le dio instrucciones equivocadas!
Y es que hasta esa época muchos lugares remotos de la Sierra eran guardados celosamente de los extraños. Pero por entonces ocurrió algo curioso: el descubrimiento de ciertas técnicas de fotografía aérea con película de color sensible a la radiación infrarroja, como herramienta para la identificación de las especies vegetales sobre la superficie de la tierra, pareció coincidir con una actitud gradual de mayor apertura entre algunos ejidatarios.
De manera que cuando Oscar llegó al Cóndor, y nos platicó de P. R., yo de inmediato compré boleto: “me tienes que llevar a ese lugar”. Y Oscar nos llevó, a una inolvidable excursión de una semana, que constituyó a la vez el inicio de una entrañable amistad, así como el despertar de una curiosidad insaciable que motivó un gran número de exploraciones por aquella región, mismas que produjeron muchas “excursiones nuevas” tales como el nacimiento del Arrollo del Cóndor (o de Potrero Redondo), El Pico Esperanza, La Trinidad, El Salto Perdido, el Cañón de la Camotera, el Recorrido Camotera - Corral de Piedra, La Cebolla, el Recorrido Potrero Redondo - Trinidad - Río Ramos, el Recorrido Potrero Redondo - La Cebolla - La Trinidad - Río Ramos, el Arroyo de la Cebolla, el Rancho Lagunillas, el Pico Minillas, el nacimiento del Río Ramos, el recorrido Nuncio-Rancho Lagunillas, La California, el nacimiento del Río Pilón, el Recorrido Rayones - Jamé, El Resumidero, y el Cañón del Álamo, entre las que recuerdo. ¡Asombrosa cosecha obtenida a partir de una sola semilla, que en el Cóndor encontró un terreno propicio para germinar y dar fruto!
Comments
Post a Comment