Con sede en Monterrey, México, el nuestro es el Club independiente de excursionismo en activo más antiguo en el Noreste del País. Sean bienvenidos a conocer algo de nuestra larga historia. Por Eduardo Verduzco El Club Explorador Cóndor fue fundado el 10 de Mayo de 1940 a iniciativa de Rogelio Rodríguez. Él empezó a reunir el grupo, e hizo el primer reglamento de excursiones. La fundación tuvo lugar en la casa paterna de la familia Rodríguez, en la calle Yucatán, entre 5 de Febrero y 2 de Abril, en la Colonia Independencia. Se estableció una disciplina de corte paramilitar, y se instituyó el cargo de "Capitán", quien tiene la total autoridad y responsabilidad de la seguridad del grupo durante una excursión. Corrían los tiempos de la Segunda Guerra europea, que pronto se convertiría en mundial, y Rogelio tenía la noción de que en alguna forma el nuevo club tendría ocasión de prestar servicios útiles a la Patria. Las ideas que Rogelio, que conta...
Exc- 2010/12 - 1a Fuerza - 21 de febrero de 2010
Primera Patrulla
Antes de empezar, quisiera comentar que esta excursión a La Viga fue una experiencia increíble, única e inolvidable; las razones las iré exponiendo en la siguientes líneas.
Gustavo nos hizo favor de pasar por Norma, Yuri y por mí a eso de las 4:30 AM. A esa hora, el termómetro marcaba los 10°C; pero a medida que nos acercábamos a la Sierra de Arteaga, el termómetro marcaba una baja considerable en la temperatura hasta que nos estacionamos frente a la Iglesia que se encuentra en la base de La Viga, en donde la temperatura era de 0°C.
Nos preparamos, sacamos las linternas, nos pusimos las mochilas al hombro y comenzamos la subida: eran las 6:30 AM. Utilizamos las linternas aproximadamente media hora, pues el sol comenzaba a salir, y la visibilidad ya era lo suficientemente buena. Estábamos siguiendo los pasos de dos personas que se encontraban unos cien metros adelante de nosotros, y que resultaron ser los señores Nava. Les dimos alcance, platicamos unos momentos con ellos, y nos adelantamos, siguiendo unas marcas azules sobre las rocas, las cuales habían sido pintadas la semana anterior por el señor Gaona (no estoy muy seguro si el apellido es correcto, aunque Gus de seguro lo sabe). De hecho, este señor y su aprendiz nos alcanzaron a la altura del camino de terracería. En este lugar estaban acampando dos personas que habían intentado subir la montaña la tarde anterior, pero no lo pudieron hacer, ya que comentaron que más arriba había mucha nieve y se cansaron de abrir camino, por lo que decidieron bajar y acampar.
Seguimos nuestro camino de subida, pero a medida que subíamos, la inclinación de la montaña se hacía cada vez mayor. Ya estábamos a la altura de la cima de la montaña de enfrente cuando comenzamos a ver los primeros rastros de hielo y nieve. Dejamos de ver las marcas azules, pero en su lugar, aparecieron unas nuevas marcas que eran unos listones color rosa amarrados a las ramas de los árboles. En esos momentos, nunca nos imaginaríamos que serían de lo más útil para subir y bajar la parte alta de la montaña, ya que las veredas desaparecían debajo de la nieve.
A medida que subíamos, el frío se volvía más intenso (varios grados bajo cero), nuestro calzado se humedecía más, y el cansancio se volvía presente. Tratábamos de hacer un pequeño descanso cada media hora o cada cuarenta y cinco minutos, donde aprovechábamos para hidratarnos y comer alguna barra energética, fruta, etc.
Comenzamos la subida por la nieve siguiendo las huellas de algunos excursionistas que habían subido el día anterior; sin embargo, parte era nieve y parte era hielo, lo que hacía que subiéramos con cuidado y haciendo un mayor esfuerzo. A medida que subíamos, el número de huellas iba siendo menor; como si algunos excursionistas hubieran decidido ya no subir más y regresar, lo que hacía más complicada nuestra subida.
El esfuerzo que estábamos haciendo nosotros cuatro era grandísimo, pues las condiciones eran adversas (frío, nieve, hielo, no contábamos con el equipo adecuado como crampones, etc.). Caminábamos, caminábamos y caminábamos, y parecía que nunca llegaríamos a la cima. De hecho, Gus nos comentaba que debido a que no existían puntos de referencia como albergues, por ejemplo, no estaba seguro cuánto más faltaría. Estábamos ya muy cansados y decidimos descansar por un período más largo de tiempo apenas encontráramos algún lugar para sentarnos, como una roca o el tronco de un árbol, pues todo estaba cubierto de nieve, la cual en algunos tramos podía llegarnos por debajo de la cintura; de esa manera podríamos rehidratarnos, comer, descansar y recuperar fuerzas para dar un último esfuerzo para llegar a la cima.
Unos minutos después, nos encontramos a un grupo de cuatro excursionistas que habían subido la noche anterior (lo cual me deja sorprendido) y ya venían de bajada. Les preguntamos entonces que cuánto faltaba para llegar a la cima, a lo que respondieron: "ya casi llegan; sólo les faltan 25 minutos de subida. ¡Felicidades!" Creo que a los cuatro de nosotros nos brillaron los ojos, y de inmediato nos fluyó la adrenalina necesaria para subir el tramo que nos faltaba para llegar.
Y así lo hicimos, empacamos nuestras cosas y a los 20 minutos ya estábamos en la cima de La Viga; habíamos logrado la meta. Estábamos muy contentos y satisfechos; se nos había olvidado el cansancio, la desmadrugada, el frío, todo. Sólo pensábamos que lo habíamos logrado. Eran las doce del día. Era un día claro, soleado y con muy poco viento; un día perfecto.
Aprovechamos para saludar a los excursionistas que ya se encontraban allí (eran cuatro si no me equivoco), reconocer el territorio, admirar el paisaje, tomar fotografías, descansar, platicar y comer para recuperar las fuerzas necesarias para el descenso. Al poco tiempo nos alcanzaron los señores Nava. Me quedé impresionado de cómo una persona que está por cumplir los ochenta años, subiera La Viga como si tuviera veinte: me quito el sombrero.
Después de estar una hora en la cima, llegó el momento de comenzar la bajada no sin antes llevar a cabo la ceremonia en donde Gus nos bautizó por haber sido nuestra primera excursión con nieve.
La bajada fue una bajada que nunca imaginamos que fuera casi tan complicada como la subida (sobretodo el tramo de la nieve). Teníamos que caminar con mucho cuidado, pues la superficie de la nieve se había convertido en hielo que era resbaloso y traicionero. Nadie se salvó de unos buenos sentones.
Bajábamos y bajábamos y bajábamos y bajábamos y parecía que no avanzábamos; nuestro punto de referencia que era la montaña de enfrente parecía que se mantenía a la misma altura. Tuvimos que ir bajando el ritmo de descenso, ya que nuestras piernas estaban muy cansadas y no respondían como hubiéramos querido. Primero las pantorrillas, luego los muslos y después las rodillas fueron haciendo de las suyas; nos complicaron la bajada de una manera que nunca hubiera imaginado. La verdad es que habíamos subestimado el regreso.
A medida que bajábamos por tramos sumamente empinados, todos nos hacíamos la misma pregunta: "¿Seguro que por aquí subimos? Este tramo está demasiado difícil y empinado". Pues sí, ese mismo tramo por el que bajábamos, lo habíamos subido horas antes, y las marcas azules pintadas en las rocas lo corroboraban.
Obviamente el ánimo a estas alturas no era el mismo que el de la mañana; sólo queríamos llegar a la camioneta para sentarnos y descansar las piernas; y al fin llegamos.
¡Lo habíamos logrado! ¡Habíamos subido y bajado La Viga! ¡Una experiencia INCREÍBLE!
Redactó: Omar Treviño Padilla.
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Qué aventura!!! Creo que sería la mejor manera de comenzar este relato, porque así fue, toda una aventura.
Desde Diciembre veníamos platicando del tema, y creo que ahí fue donde comenzó todo, gracias a una agradable plática entre primos donde nuestro guía Gustavo comentaba lo que ha sido para él, para su papá y para el grupo de excursionismo subir La Viga. Nos platicaba del reto que ha sido y nos sembró la inquietud de intentarlo, por supuesto nos contó lo difícil que era esta subida, cualquier cantidad de anécdotas y de la ceremonia que una vez al año se realiza en la cima con los diferentes grupos de excursionismo de la región. Desde entonces estuvimos al pendiente ya que sabíamos que en Febrero era la fecha que usualmente subían. Una vez conocida la fecha y confirmado que iríamos, ¡a preparar el viaje a Monterrey!
La plática comenzaba días antes, ¿Cómo nos irá? ¿Podremos aguantar el paso? ¿Habrá nieve? ¿Qué nos llevamos? Y un día antes en la noche fuimos a comprar las cosas para comer, el agua, preparar la maleta, la ropa, los zapatos, y a dormir, ¡que el día comenzaría muy pero muy temprano!
04:30 de la mañana, bueno de la madrugada… a esa hora pasaban por nosotros, con mucho frío salimos rumbo a la carretera, y mientras más nos acercábamos a la zona veíamos cómo la temperatura seguía bajando… ¿y cómo estará el frío allá arriba?
06:30 por fin llegábamos a estacionarnos y ahora sí, el momento de caminar había llegado, poniéndonos los guantes, la mochila, amarrando bien las agujetas de los zapatos, y prendiendo unas pequeñas lámparas que nos ayudarían a ver un poco el camino en lo que amanecía bien. También llegaba otro carro más, un par de señores que al igual que nosotros empezaban la aventura, saludamos y los seguimos un poco para no perder entre la oscuridad el camino.
Entre el frío, la emoción y la oscuridad, no veíamos bien por donde empezábamos a subir, bien concentrados en reconocer el camino para ir familiarizándonos con el tipo de suelo, el cual por supuesto era muy diferente a lo que había imaginado, sabía que subiríamos mucho, que tal vez habría nieve, sin embargo pensaba que el camino estaría un poco más marcado, no imaginaba la cantidad de piedras que había, sin embargo para la subida nos ayudaban mucho como escalones, pero no tardamos mucho en hacer la primera parada para comenzar a quitarnos la chamarra, ya empezaba a hacer calor, aunque por supuesto el ambiente era muy frío, el ejercicio se empezaba a sentir y mejor a ponernos cómodos que el camino aún era muy largo.
Nos encontramos a otros compañeros, algunos íbamos al mismo paso, otros iban un poco más aprisa, saludamos y quedamos de vernos arriba, echándonos porras entre todos por supuesto. Un poco más adelante nos encontramos a otras personas que habían intentado subir la noche anterior, sin embargo encontraron nieve a medio camino y por seguridad decidieron regresar a acampar más abajo, ya que la falta de luz y la cantidad de nieve les impidió llegar hasta arriba, pero aunque nos lo habían platicado no imaginábamos cuánta nieve podría haber, seguíamos subiendo y de pronto encontramos la primer mancha de nieve, nos dio emoción, aunque sabíamos que eso implicaba que haría más difícil el camino, nos gustaba la idea de encontrar nieve, claro nos detuvimos a sacar una foto!!!
Seguíamos subiendo, volteando a cada rato para ver qué tanto habíamos subido y si ya nos encontrábamos más arriba que el cerro de enfrente, pasaban las horas y por fin más nieve!!! Pero entonces se empezaba a complicar la subida, uno que otro resbalón, lo cual lo hacía más cansado, más paradas para tomar fotos, para tomar agua, para comer algo en el camino, y para tomar un respiro!!!
Hasta que de pronto, ya no había tierra, todo lo que pisábamos era nieve, tratábamos de seguir las pisadas de las personas que ya habían subido antes y también seguir el camino que estaba marcado gracias a unos listones que alguien colgó en las ramas de los árboles, subíamos y subíamos, mirábamos el reloj y ya llevábamos casi 5 horas subiendo, necesitábamos hacer una parada para comer algo y descansar un poco, pero no había ni siquiera donde sentarnos, todo era nieve, no encontrábamos un tronco, una roca u hojas tiradas que nos sirvieran de aliento y de asiento, es entonces cuando miras hacia arriba y parece que hay una meseta más adelante donde piensas que podríamos descansar un poco o al menos pararnos recto, pero al llegar a ese punto seguía estando con la misma inclinación!!! Es cuando la subida se hace eterna… la emoción por llegar a la cima hace que el cansancio no se sienta tanto, pero ¿cuánto más nos faltará? Esa era la pregunta que no podíamos dejar de hacernos, no lo podíamos saber con exactitud, hasta que de pronto apareció un pequeño tronco y unas piedras entre los árboles donde sin duda podíamos sentarnos al menos un momento.
Descansamos un poco, tomamos más agua, comimos algo, cuando aparecen unas personas que ya venían de bajada, es entonces cuando nos platican que ellos subieron el día anterior y acamparon en la cima, ya iban de regreso y que nos dicen las palabras que tanto queríamos escuchar… ¡ya llegaron, felicidades! solo les faltan 20 o 25 minutos! Palabras mágicas que junto con el descanso y la comida nos dieron el pequeño empujoncito que nos hacía falta, nos olvidamos una vez mas del cansancio y del frío, a ponernos las mochilas en la espalda y vamos para arriba que la cima nos espera.
Efectivamente, subimos un poco más hasta que por fin, ya podíamos mantener el cuerpo recto, y de pronto lo mejor de todo fue cuando vimos el otro lado de montaña!!! Para esto subimos tanto y recorrimos todo este camino, para estar hasta arriba y poder ver del otro lado, no podíamos evitar seguir tomando fotos, para todos lados, solos, de dos en dos, todos juntos, teníamos que conservar de recuerdo esta sensación tan increíble que se tiene al estar en la cumbre, sentir que todo el esfuerzo valió la pena, dimensionar la distancia caminada, la altura a la que nos encontramos y por supuesto contemplar aquel paisaje tan increíble e inimaginable que solamente puedes ver desde el punto más alto de La Viga, y efectivamente estábamos dentro de los afortunados que lo han contemplado. Nadie nos lo contó, nadie nos enseñó sus fotos, nadie nos relató el camino que tomó para subir… nosotros lo estábamos viviendo!!!
Caminamos unos cuantos pasos más y fue entonces cuando encontramos a otras personas que ya estaban arriba, a felicitarnos todos, platicar un poco del camino e intercambiar anécdotas, reconocimos la cima, la casetita que está hasta arriba, las torres de las antenas, y a vaciar un poquito más la mochila, ahora sí a comer más y a seguir hidratándonos que aunque te invade esa sensación de logro, todavía nos faltaba la bajada!!!! Pero no era momento para preocuparnos en eso, ya más adelante lo haríamos…
Después de nosotros con muy poca diferencia de tiempo, llegaron un par de personas más, los señores que llegaron a la misma hora que nosotros y muy amablemente en un momento de la subida nos gritaron para aconsejarnos cambiar a otro camino que nos facilitaría más la subida entre la nieve, continuamente nos encontramos con ellos en el camino, y por fin al igual que nosotros llegaban a la cima. Son padre e hijo, los señores Nava, amantes de esta actividad y fervientes seguidores de La Viga, tienen un ritual familiar y llegando a la cumbre acostumbran sentarse con vista al otro lado de la montaña, contemplar la increíble vista, y disfrutar de una comida tranquila de padre e hijo, si para nosotros era emocionante, estoy segura que para ellos estos son de los mejores momentos de su vida.
Y ahora sí, después de un merecido descanso, era hora de pensar en la bajada, no sin antes tomarnos la foto del recuerdo hasta arriba y por supuesto después de que nuestro guía y ahora padrino Gustavo, nos bautizara con nieve en la frente después de haber llegado a nuestra primer cima con nieve, claro también hay fotos de nuestro bautizo…
Hasta el momento no habíamos considerado cómo sería bajar, pensamos que estaría difícil, sin embargo al pensar en los momentos duros de cuando subimos, empezaba a pasar por la cabeza: y ahora ¿cómo voy a bajar?, lamentablemente no contábamos con el equipo necesario para la nieve, así que teníamos que hacerlo con mucho mayor cuidado, emprendimos el camino para abajo y la nieve por supuesto nos hizo el camino más difícil, al primer sentón me sacudía la nieve pegada en el pantalón y en los guantes, ya después mejor lo tomábamos por el lado simpático y hasta una que otra foto todos llenos de nieve nos tomamos.
El cansancio empezaba a hacer estragos en el cuerpo, las piernas ya no reaccionaban de igual manera y así como nos dio emoción ver el primer manchón de nieve, no podíamos esperar el momento en que la dejaríamos atrás, cuando por fin… empezamos a ver tierra. En el camino encontramos troncos que nos ayudaban de soporte, nuestro equipo improvisado, pero no importaba, una tercera pierna era de gran utilidad en esos momentos.
Bajábamos y bajábamos, el tiempo seguía pasando, pero la distancia no parecía acortarse, íbamos reconociendo el camino por los listones que seguimos al subir, pero no dejábamos de preguntarnos si estábamos seguros de que por ahí habíamos pasado, ya que no podíamos dar crédito que hubiéramos subido horas antes con tal inclinación, las piedras parecían eternas, seguíamos el camino de un arroyo seco que era el sendero, pero era para entonces cuando las rodillas empiezan a doler, los tobillos, y bueno hasta el dedo del pie! Por fin veíamos a lo lejos, pero de verdad, muy a lo lejos, la iglesia donde estaba estacionado nuestro coche, ¿a qué hora llegaríamos? no lo sé, pero al menos ya podíamos ver nuestro objetivo final, claro que para ese entonces todavía faltaba mucho tiempo, pero al menos ya lo podíamos ver.
La plática ya no era tanta, cada quien iba concentrado en no dar un paso en falso que fuera a provocar un error y por consiguiente nos pudiéramos lastimar, no veíamos el momento para sentir tierra plana, y cuando se fue sintiendo menos la inclinación, una vez más al igual que cuando llegamos a la cima, la emoción de logro, la satisfacción de haber terminado el recorrido, superaba por completo cualquier cansancio o dolor que se pudiera sentir.
Por fin tiré el palo que había sostenido durante toda la bajada, ya no era necesario, por fin pude estirar un poco las piernas y por fin podía ver el carro más cerca que nunca. Ahora sí a cambiarse de zapatos, de calcetines, a ponerse más cómodos, y de regreso a casa para disfrutar de una rica cena. ¡Gracias Gus por esta gran experiencia! No podíamos dejar de decirle a nuestro Guía lo increíble que lo habíamos pasado y de agradecerle primero que nada que nos hubiera invitado y por supuesto que nos hubiera ayudado y guiado durante todo el recorrido.
Por fin a contarle a los tíos todo lo que habíamos vivido, todas nuestras anécdotas, que contra cualquier pronóstico habíamos subido los 4 juntos, nadie se tuvo que quedar en el camino y que fue una de las mejores experiencias que habíamos tenido, a contarles de nuestra gran aventura!!!!
Redactó: Norma Alcázar Duarte
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Al llegar a la zona tradicional de campamentos encontramos a dos excursionistas quienes nos relataron que el día anterior habían tratado de ascender a la cumbre, pero lo espeso de la nieve los había frenado y optaron por regresar al campamento. Hasta entonces no habíamos visto ni siquiera un manchón de nieve y yo pensé para mis adentros: ¡Qué exagerados! No nos imaginábamos que más arriba nos hundiríamos en la nieve hasta las rodillas.
Me parece interesante que de sólo 14 personas que llegamos a la cumbre en esta confraternidad, 7 de ellas representábamos al Club Cóndor.
Redactó: Gustavo Verduzco Treviño
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Segunda Patrulla
El grupo se formó de 9 personas: Armando Luis, Rebeca , Chevo, Alba Nelly, Saúl, tres conocidos de Armando Luis y Yo.
Chevo se adelantó y pudo llegar a la cumbre, el grupo subió despacio y arriba del chorreadero donde iniciaba la nieve no dimos vuelta a la izquierda, un par de personas venían bajando por la vereda de la derecha y nos distrajeron, además de que sobre la nieve estaba muy marcada esa vereda.
Los 3 conocidos de Armando Luis decidieron regresar por no traer crampones y los demás continuamos subiendo.
Arriba la nieve estaba más suave y se nos dificultó el ascenso, llegamos hasta los 3,550 mts. y por la hora decidimos regresar.
Paramos a comer antes del descenso y llegamos a los carros a las 6:00 pm. sin novedad.
Rebeca, Alba Nelly y Saúl recibieron su merecido bautizo de nieve por ser su primer ascenso en estas condiciones.
Redactó: Jorge Belden
Unidos y Adelante
Asistentes:
Primera Patrulla:
Alcázar Duarte, Norma
Nava Briano, Jesús Jr.
Nava Navarro, Jesús
Treviño Padilla, Omar
Treviño Padilla, Yuri
Verduzco Treviño, Gustavo Adolfo
Segunda Patrulla:
Belden Torres, Jorge
García Armendariz, Mario (i)
Lozano González, Leopoldo (i)
López Lozano, Alba Nelly
Martínez Rivera, Gabriel Alonso (i)
Méndez Sánchez, Rebeca Cecilia
Olvera González, Eusebio Oswaldo
Valdez Castillo, Armando Luis
Entusiasmados por los relatos de Gustavo Verduzco, tres jóvenes novatos se animaron a venir a Monterrey para asistir a la Confraternidad de La Viga en lo que sería su primera excursión.
Dos de ellos nos comparten magistralmente sus impresiones y sus emociones de esta inolvidable excursión. Los felicitamos efusivamente por haber superado todos los obstáculos, les agradecemos mucho su colaboración y los esperamos en futuras confraternidades a La Viga.
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