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El Cóndor ayer

Con sede en Monterrey, México, el nuestro es el Club independiente de excursionismo en activo más antiguo en el Noreste del País. Sean bienvenidos a conocer algo de nuestra larga historia. Por Eduardo Verduzco El Club Explorador Cóndor fue fundado el 10 de Mayo de 1940 a iniciativa de Rogelio Rodríguez. Él empezó a reunir el grupo, e hizo el primer reglamento de excursiones. La fundación tuvo lugar en la casa paterna de la familia Rodríguez, en la calle Yucatán, entre 5 de Febrero y 2 de Abril, en la Colonia Independencia. Se estableció una disciplina de corte paramilitar, y se instituyó el cargo de "Capitán", quien tiene la total autoridad y responsabilidad de la seguridad del grupo durante una excursión. Corrían los tiempos de la Segunda Guerra europea, que pronto se convertiría en mundial, y Rogelio tenía la noción de que en alguna forma el nuevo club tendría ocasión de prestar servicios útiles a la Patria. Las ideas que Rogelio, que conta...

Pico de la Bandera


Exc. 2003/15 - 1a Fuerza - 6 de abril de 2003

Sabía Ud. que contigua al Parque La Estanzuela, existe una sierra paralela a la Sierra Madre, situada a corta distancia al oriente y con casi la misma altura que ésta? Nosotros tampoco lo sabíamos hasta hace poco.


Cuando visitamos el parque La Estanzuela en fecha reciente, preguntamos a Don Julián Morán si conocía alguna vereda que subiera la sierra. Él nos contestó que sí, y nos mostró algunas fotos que se exhiben a la entrada del parque, señalándonos la cumbre en cuestión. Aunque no era ésta la sierra que nos interesaba ascender, y a primera vista parecía ser de considerable menor altura que la que nos interesaba, decidimos intentar subirla en la primera oportunidad. La clasificamos como de segunda fuerza y programamos su ascensión para hoy.

A las 7:15 nos reunimos en el parque la Estanzuela, y don Julián nos señala la ruta desde abajo: hay que subir hasta la parte inferior de la pared de roca; luego hay que rodear dicha pared y ascenderla por la izquierda. Una vez arriba, pasar junto a unas rocas que, vistas desde abajo, parecen dos dedos, luego subir ligeramente hacia la izquierda “agarrándose de donde puedan”, y luego caminar hacia la derecha hasta llegar a la cumbre. “Si llegan a la cumbre, por favor levanten la bandera que tumbó el aire”, nos dice. Cuando le preguntamos cuánto tiempo calcula que nos lleve subir hasta allá nos dice: “nosotros subimos corriendo en una hora y media o una hora cuarenta y cinco minutos”. Parece fácil.

Salimos a las 7:30 AM, del flamante horario de verano. Uno de los dos empleados del parque nos indica el inicio de una vereda, relativamente despejada y señalada con flechas de cartón y listones de color naranja. Esta vereda sube sin dificultad por entre un bosque frondoso hasta el pie de la pared de roca. Aquí la vereda se vuelve más angosta y recorre el pie de la pared hacia el norte, hasta terminar la pared y llegar a una cañada, por donde hay que subir en escalada libre, en terreno parte de roca y parte de tierra. A partir de ahora el señalamiento se vuelve menos evidente, desapareciendo las flechas y cintas color naranja y siendo sustituidas por grupos de dos o tres piedras, por una piedra encajada en una horqueta, por ramas o lechuguillas cortadas, o por cortes de machete en la corteza de algunos árboles. Nuestro Guía Fernando Lozano Barraza, hábilmente detecta estas sutiles marcas y nos conduce hasta la parte superior de la pared de roca. Aquí la vegetación cambia de bosque frondoso a arbustos propios de región semi-árida. La vereda ya no existe, pero continúan las marcas esporádicas.
La ruta continúa luego casi directamente hacia arriba, hasta llegar a la cresta, y luego recorremos ésta hacia el norte, hasta llegar a su parte más alta. Aquí hay un montículo de rocas de unos 60 cm de altura que sirvió de pedestal al asta bandera, hecho de un quiote seco, que el viento trozó y derribó. Hemos llegado a nuestra meta. Son las 11:20 hrs. Observamos que la cresta sobre la que nos encontramos está a una altura similar a la Sierra Madre situada al poniente de nosotros.

Hemos tardado 2 horas y cincuenta minutos en vez de la hora y cuarenta y cinco minutos que dijo Don Julián. El ascenso no ha sido tan sencillo como suponíamos, y lo reclasificamos como de primera fuerza. Aunque la temperatura no es muy elevada, hemos sudado mucho durante el ascenso y todos traemos la boca reseca al grado de no poder ingerir alimento por falta de saliva para pasarlo. Todos hemos traído líquidos, pero en cantidad menor a la que requerimos.

Fernando y Pepe Luján se disponen activamente a quitar algunas de las rocas para poder extraer el pedazo de quiote que quedó empotrado, luego retiran la bandera, que tenía el escudo nacional invertido, y la colocan correctamente. Luego colocan el asta en su lugar y todos ayudamos aportando piedras para que quede firmemente sujeta. Después tomamos fotografías, y hostigados por la sed, emprendemos el regreso alrededor de las 11:50 hrs.

Efectuamos el descenso con mucha precaución como el caso lo amerita, y a las 13:20 llegamos a la entrada del parque, donde Don Julián nos recibe jubilosamente como a héroes, y nos obsequia de un muy delicioso tepache con hielo, que por más que bebemos y bebemos no se nos quita la sed.

Al reportarle que el quiote que sirve de asta bandera ya se encuentra rajado y no durará mucho, nos pide que obsequiemos al parque y coloquemos un asta tubular que podríamos llevar en seis tramos de un metro de longitud, sugiere él. Nosotros le contestamos que será un honor donar esta asta para desplegar en forma más eficiente y segura nuestra Bandera nacional.
Luego nos informa que en la ruta por donde hemos subido hoy, existe una gruta que no ha sido explorada, y nos sugiere que emprendamos nosotros esta exploración. Esta ruta tiene el atractivo adicional, nos dice don Julián, de que tiene agua, porque él la ha oído, y opina que sería fabuloso poder disponer de agua en esta ruta donde la sed suele castigar al montañista.
Finalmente, nos muestra un pico más alto que los demás que se ven desde ese lugar, sobre la sierra principal y que ostenta una mota de pinos en su parte superior y que tiene un aspecto sumamente interesante y atractivo. Nos dice que ésa es la joya del parque. Le preguntamos el nombre del pico y nos dice que ellos le llaman el “Pico de Laguna Madre”, porque tiene una laguna en su parte superior. Se rehúsa a darnos más detalles sobre la ruta. Posiblemente no lo ha subido aún, sino que tal vez haya visto fotos aéreas del mismo.

Aunque todos tenemos en nuestros carros suficiente comida y fruta, la sed que no podemos apagar a pesar de beber más y más agua, nos hace poco apetecible ingerirla en este momento, y todos optamos por regresarnos a descansar a nuestras casas.

Ha sido ésta una excursión mucho más interesante y retadora de lo que habíamos imaginado. Hemos conocido un lugar nuevo para excursionar, teniendo la satisfacción no prevista de izar nuestra gloriosa Bandera Nacional en ese pico, y prestar con ello un servicio al Parque la Estanzuela. Hemos reforzado nuestra amistad con Don Julián Morán, y tenemos la perspectiva de realizar otras dos nuevas conquistas, ambas de gran interés, para nuestro Club. Venimos muy fatigados y sedientos, pero con el gusto de haber logrado el objetivo que nos habíamos propuesto.

Redactó: Eduardo Verduzco

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Todo parecía un bonito día de campo; conforme fue pasando el tiempo se fue tornando más difícil pero emocionante. Me sentí como hace muchos años cuando todas las excursiones eran nuevas para mí.


Dicen que más sabe el diablo por viejo que por diablo y yo ni por diablo ni por viejo: me fui en pantalones cortos, con poca agua y sin comida, a la buena de Dios.


Pienso que lo que nos propone el Sr. Morán puede ser un buen proyecto para la raza juvenil, hay que considerarlo bien, como motivación.


Cuando uno piensa que todo esta conquistado nos damos cuenta que a la vuelta de la esquina tenemos muchas cumbres por descubrir.

Redactó: José Luis Valdés Lozano



UNIDOS Y ADELANTE
Asistentes:

Lozano Barraza, Fernando Jr. (i) (Guía)
Pérez Luján, José
Rodríguez Rodríguez, David (Retaguardia)
Segovia Ibarra, Jesús Sr. (i)
Valdés Lozano, José Luis Sr.
Verduzco Martínez, Eduardo (Capitán)







Explorador es nuestro nombre

Explorar: “Tratar de descubrir lo que hay [en una cosa o lugar, y esp. en un país recorriéndolo]”.

El afán de adquirir conocimientos nuevos es inherente al ser humano, desde su más tierna edad. Es así como aprende a conocer a sus padres y   familiares, a su entorno, a hablar y a relacionarse con sus semejantes.

Esta aspiración de conocer cada vez más permanece en el ser humano durante toda su vida, pero especialmente en aquellas personas que suelen ser descritas como “jóvenes de corazón”.

Los padres fundadores del Club Cóndor pudieron haber fundado un club de excursionistas, pero optaron por establecer un club de exploradores. Y ese deseo de llegar a lugares desconocidos fue el que impulsó a las conquistas de El Diente, el Pico Cóndor, El Pico 15, por mencionar sólo tres casos relevantes.

En la época actual, en nuestro Siglo 21 con todas sus novedades, atractivos y comodidades, el afán de explorar continúa vigente en muchas personas. Y explorar, es decir, el tratar de descubrir algo que desconocemos, no necesariamente implica que nadie antes lo haya encontrado. Tenemos el ejemplo de Cristóbal Colón, quien por haber dado a conocer América a los europeos, es llamado el “descubridor” de este continente, no obstante que al llegar a él encontró a grandes poblaciones descendientes de quienes lo habían descubierto miles de años antes. Y esto no le resta méritos a la hazaña de Don Cristóbal.

Durante el Siglo 19, los avances científicos, filosóficos y sociológicos llevaron a algunos escritores a opinar que ya se había descubierto todo lo importante. ¡Y aún no se conocían el automóvil, el avión, el teléfono, el radio, la televisión ni los satélites artificiales de la Tierra! Siempre ha habido y habrá nuevas fronteras por descubrir.

El Club Explorador Cóndor siempre ha mantenido vigente el objetivo de llegar a lugares nuevos. Es parte de nuestra naturaleza, es nuestro gusto, es nuestra vocación.

Eduardo Verduzco

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Yo nunca lo olvidaré

Acababa yo de cumplir los 18 años cuando ingresé al Club Explorador Cóndor como Socio Aspirante. Aunque yo excursionaba antes de entrar al Cóndor, conocía muy pocos lugares para excursionar, y mi ingreso al Club fue como entrar a una biblioteca y encontrar multitud de libros a cual más interesante. Mi segunda excursión con el Cóndor fue durante el mes de noviembre de 1960, a las Grutas de Bustamante. Partimos en tren como a las 6 de la tarde de Monterrey, y llegamos a la estación de Bustamante a eso de las 8 de la noche. Desde allí caminamos hasta el pueblo, donde hicimos un descanso en la plaza y luego continuamos rumbo a las grutas. Mientras ascendíamos la sierra, de pronto el cielo adquirió un color rojo cereza. La raza preguntaba "¿qué es eso?" y alguien sugirió que era "la fundición" (cuando la Fundidora Monterrey estaba en operación, al vaciar la escoria candente durante las noches nubladas, las nubes se teñían de rojo), pero en este caso eso ...