Con sede en Monterrey, México, el nuestro es el Club independiente de excursionismo en activo más antiguo en el Noreste del País. Sean bienvenidos a conocer algo de nuestra larga historia. Por Eduardo Verduzco El Club Explorador Cóndor fue fundado el 10 de Mayo de 1940 a iniciativa de Rogelio Rodríguez. Él empezó a reunir el grupo, e hizo el primer reglamento de excursiones. La fundación tuvo lugar en la casa paterna de la familia Rodríguez, en la calle Yucatán, entre 5 de Febrero y 2 de Abril, en la Colonia Independencia. Se estableció una disciplina de corte paramilitar, y se instituyó el cargo de "Capitán", quien tiene la total autoridad y responsabilidad de la seguridad del grupo durante una excursión. Corrían los tiempos de la Segunda Guerra europea, que pronto se convertiría en mundial, y Rogelio tenía la noción de que en alguna forma el nuevo club tendría ocasión de prestar servicios útiles a la Patria. Las ideas que Rogelio, que conta...
Exc. 1974/ - 1a Fuerza AA - 1 a 5 de febrero de 1974
Viernes 1°- Como siempre nos reunimos en el Club, para salir a las 21 horas de Monterrey. Ya en la carretera nos dimos cuenta de que la excursión caminaba, que ya todo se resolvía y que todo, inclusive el Safari y Coloy, íbamos por la carretera tumbo a nuestro objetivo, tantas veces soñado.
El trayecto entre Monterrey y México transcurrió sin incidentes y como a las 10 horas llegamos a nuestro inmediato destino y por el trayecto sólo oímos con deleite los ronquidos de nuestro Compañero Heriberto, que roncó como una sinfónica.
Sábado 2- Llegando a México fuimos a nuestra parada obligada, que es la casa de nuestro buen amigo Saúl, y saludamos a toda la familia a nombre del Club, fuimos a comprar el bastimento para los días que estaríamos en la montaña e invitamos a Noemí, la hija de Saúl que tenía muchas ganas de estar cerca del Popo.
Todos contentos emprendimos el camino rumbo a Tlamacas a donde llegamos sin ninguna novedad y como ya era hora de cenar, al poco rato preparamos la cena y luego que fueron las 21 horas nos dispusimos a dormir en las famosas literas y esta vez por precaución me acosté en el suelo, ya que había mucha gente y sólo una sección nos dieron para los cinco.
Domingo 3- Nos levantamos tarde, ya que el plan de aclimatación era pasar un día completo en Tlamacas y como aquello se estaba llenando de gente, optamos por ir a hacer un campamento en otro lugar, allá almorzamos, también comimos, revisamos el equipo y lo probamos. Más tarde después de comer caminamos rumbo a la Jolla, llegando hasta las Antenas. El tiempo se encontraba un poco desapacible, rumbo al este se apreciaban nublados bajos y que nos ponían a pensar.
Cuando llegamos al albergue tuvimos un pequeño incidente con el administrador y después de un té de limón que nos supo bueno nos fuimos a dormir, pues teníamos que madrugar. Se acordó salir en dos grupos, uno compuesto por Coloy y Heriberto, y el otro por Beto y yo: la razón era que Coloy quería tener más tiempo para llegar a las Curces y la salida se fijó para las 3:30 AM, el segundo grupo saldría una hora después que el primero.
Lunes 4- Llegó el gran día y todo transcurrió según lo planeado, dando las 4 Coloy salió con su pareja, bueno, ni tan pareja, y más tarde salimos nosotros. El frío era muy tolerable y cuando tomamos las primeras cuestas empezamos a sudar y bendecir la aclimatación, ya que sin ninguna molestia fuimos avanzando montaña arriba, amanecía el día que se mostraba muy bonito y todo se ponía rojo y brillante.
En la última cuesta para llegar a las “Cruces” dimos alcance a Coloy y Heriberto y juntos llegamos a dicho lugar, allí hicimos un largo descanso y como a las 9 salimos rumbo a la cumbre.
Poco antes había salido un grupo de gringos que veíamos batallar en el arenal, pues la nieve esta vez estaba muy alta y así fuimos ascendiendo, resoplando y batallando con esa empinada cuesta que a veces se antoja interminable, Coloy funcionaba perfectamente bien, el tiempo se mostraba algo variable, las nubes estaban bajas, se movían, ascendían y nos envolvían y a ratos se despejaba.
Cuando llegamos a las primeras nieves y nos pusimos los crampones las nubes nos envolvieron, pero todavía la temperatura era un tanto cálida, la nieve tenía muy buena consistencia pues los crampones se enterraban sólo las puntas, a ratos la nieve estaba más dura y teníamos que aplicar fuerza para clavar las puntas, ahora las nubes impedían toda visibilidad y sólo seguíamos las huellas de los grupos que nos precedían, a ratos le gritábamos a Coloy para saber que allí venía y como Heriberto era el que encabezaba el grupo, también le gritaba para que s esperara, mientras yo calculaba la temperatura, pues temía que se nos descompusiera más el tiempo.
Serían como las 11:30 cuando calculé estar cerca de la cumbre cuando le dije a Heriberto que siguiera ascendiendo pues era seguro que el mal tiempo se nos echaba encima. Justo unos cincuenta metros antes de la cumbre se empezó a descomponer más, el aire era muy frío y las nubes más densas y justamente a las 12:30 escuché a Heriberto gritar “¡ya llegué!” y todavía Beto y yo tardamos 20 interminables minutos para llegar a la cima, el aire arreciaba y estaba más frío.
Nos abrazamos y felicitamos en la cumbre, la emoción nos embargó y nos quedamos mudos, solos con nuestros pensamientos.
Tomamos algunas fotos, nos comimos una manzana, todo apresuradamente, pues yo tenía miedo al mal tiempo, por lo que a las 13 horas empezamos a descender con muchas precauciones, pues la nieve se estaba endureciendo y teníamos como 15 minutos de bajar, cuando vimos a Coloy que subía y nos preguntó qué pasaba, le contesté que regresábamos, me pide que lo deje seguir ascendiendo, cosa que comprendo y le propongo un plazo y al rato de meditarlo terminantemente le digo que regrese, pues el tiempo seguía empeorando; a regañadientes aceptó, todavía sin comprender la magnitud del problema, aunque yo le explicaba de mil maneras mi decisión, no comprendía.
El instinto me dijo que no podíamos perder ni un minuto, pues aquello se estaba congelando, con mucha precaución fuimos bajando hasta llegar al arenal, allí nos quitamos los crampones, ya en el viento flotaban puntos blancos de escarcha, pero ya estábamos a salvo de cualquier contingencia y fuimos bajando el arenal hasta llegar a las Cruces, el frío se sentía un poco más y a la raza joven les dije que se adelantaran, pues ya todo había pasado.
Sólo nos quedaba hacer el interminable recorrido hasta Tlamacas y cuando descendimos vimos el mal tiempo sobre el volcán.
Qué suerte tuvimos, ¿verdad Coloy?
Y así terminó una más de nuestras excursiones.
ASISTENTES
José Nicolás Villanueva
Heriberto Pérez Lara
Alberto Castillo Juarez
Antonio Castillo Ortiz
UNIDOS Y ADELANTE
Monterrey N. L., Febrero de 1974
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Antonio Castillo Ortiz
Capitán
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